6.1. ITALIA, AÑO CERO. El Neorralismo.

Antecedentes.

En Francia, la liberación supuso simplemente el fin de un paréntesis anómalo de ocupación extranjera.

La liberación de la Italia fascista, en cambio, en la que jugó un papel decisivo la resistencia partisana, además de una revolución social y política, fue una mutación interna trascendental cuyas grandes convulsiones, al igual que ocurrió tres décadas antes en Rusia, saltarían a su cine operando una ruptura decisiva con la producción anterior.

En pleno fascismo se han dejado oír las voces de los jóvenes que estudian en el Centro Sperimentale y de algunos de sus maestros reclamando un retorno a la realidad que la censura oficial proscribe.

Se pide del cine que sea un reflejo exacto de la realidad.

Luchino Visconti, de vasta cultura y espíritu refinado, ayudante de Jean Renoir, regresó a su país, dispuesto a dar vida a lo que denominaba por entonces el “cine antropomórfico”, es decir, un cine que tratase de hombres vivos y no de monigotes, como hacía el cine oficial.

La carrera de Visconti en Italia se inició con Ossessione (1942) que hoy se considera algo así como la partida de nacimiento del neorrealismo, adaptaba muy libremente a la pantalla la novela negra de James Cain El cartero siempre llama dos veces.

La influencia del realismo negro francés resultó transparente en esta historia de una mujer confabulada con su amante para asesinar a su marido simulando un accidente de auto, pero resultando luego ellos víctimas de un verdadero accidente, historia que trasplantada por Visconti a la llanura del Po parecía un episodio arrancado de la crónica negra de un periódico.

Con la obertura de un largo travelling a lo Renoir, Ossessione era un pretexto y un desafío que ha merecido el título de “caballo de Troya dentro del cine fascista”. Pretexto, porque en ella los ambientes eran más importantes que los acontecimientos y su populismo le permitía mostrar a gentes vulgares y escenarios naturales proscritos por el retórico cine fascista; desafío, porque esta película, “verista” más que propiamente realista, era un reto a todos los tabúes del aristocrático arte.

Ossessione es el primer drama del neorrealismo, como Cuatro pasos por las nubes (1942), del Blasetti, es su primera comedia.

Comedia amable y sentimental sobre un viajante de comercio romano, que, para salvar el honor de una muchacha del campo, soltera y encinta, se hace pasar ante su familia por el marido, simulando luego que la abandona inesperadamente.

Simpático retablo de lugares cotidianos y de gentes comunes, se aprecia hasta qué punto el cine italiano está madurando para su gran eclosión neorrealista.

Esta búsqueda realista, que es una forma de oposición a la cultura oficial, aparece también en La nave blanca(1941), Un piloto regresa(1942), y L’uomo della croce(1943), sobre la actuación de un capellán militar durante la batalla de Rusia, de Roberto Rossellini, señalan la aparición de una tendencia “documentalista” en el seno del cine italiano.

Pero el documentalismo de Rossellini e incluso el verismo de Visconti son, solamente, un lenguaje nuevo que se opone a la retórica fascista.

Y el realismo, no hay que olvidarlo, es algo más que un simple lenguaje.

Nacimiento. Rossellini.

En 1945, Rossellini rueda Roma, ciudad abierta.

Rodada sin un guion completo, dejando amplio margen a la improvisación, sin permisos, casi sin dinero y sin artistas consagrados.

De estas limitaciones Rossellini hace virtudes al describir los últimos días de la ocupación alemana en Roma, con la lucha de la Resistencia que une en un destino común al militante comunista (Marcel Pagliero), al sacerdote católico (Aldo Fabrizi) y a la mujer del pueblo (Anna Magnani), que luchan por la misma causa y que morirán por ella. Son tres de los episodios más estremecedores de la historia del cine, de un realismo brutal que evoca, automáticamente, los grandes momentos del mejor cine ruso.

Y a partir de este tremendo grito de protesta ya puede hablarse de neorrealismo. Porque Roma, ciudad abierta no es un ave solitaria sobre las ruinas calcinadas de Italia. Al año siguiente Paisà (1946), retablo desgarrador de seis episodios que sigue el avance de las tropas aliadas en la Liberación.

Con actores improvisados o apenas conocidos Rossellini consigue algo tan difícil como que la ficción organizada por el artista parezca documental, reportaje directo, página viva arrancada de la historia reciente de Italia.

Establecidos los métodos de trabajo y la orientación estilística que dominaría toda la escuela, dentro de su natural variedad, Rossellini completó su trilogía con Germania anno zero (1948), sobre la tragedia berlinesa de un adolescente solitario que culmina en suicidio.

Después de esta obra se produce una inflexión en la producción de Rossellini, acentuando su idealismo paracristiano con Stromboli (1949), que fue una profesión de fe en Dios durante el caos de la posguerra y Europa 51 (1952), interpretadas ambas por Ingrid Bergman, su esposa desde 1950. Europa 51 alejada de todo recetario o programa político, lo que suscitó la extrañeza de muchos críticos.

Características.

Al señalar la originalidad del neorrealismo no conviene olvidar, sin embargo, las anteriores lecciones:

  • del realismo ruso,
  • del documental británico
  • y de la obra de Jean Renoir, cuyo influjo fue decisivo,
  • así como del teatro popular “dialectal”
  • y del estilo directo de la narrativa literaria norteamericana moderna.

Su originalidad nacía de su rabiosa reacción antirretórica, como repudio contra el pomposo y falso arte fascista, y también de la escasez de medios materiales.

Su motor era una incontenible hambre de realidad, un deseo insatisfecho durante años de mostrar el verdadero rostro de los seres y de las cosas, velado hasta entonces por la censura.

Su voluntad de objetividad documental y su exigencia verista abarcó dos planos distintos, pero que se condicionan entre sí.

En el orden temático, el neorrealismo centró su atención en el hombre considerado como ser social, examinando sus relaciones con la colectividad en que está inserto.

En el plano estilístico, se comprende que para dar el máximo vigor realista a estos dramas se apoyase en el verismo documental:

  • actores y escenarios naturales,
  • ausencia de maquillajes,
  • diálogos sencillos,
  • sobriedad técnica,
  • iluminación naturalista,
  • abandono de estudios, decorados y toda clase de artificios en aras de la máxima veracidad.

Es la realidad misma, sin adornos ni disimulos, en su implacable y conmovedora crudeza.

La diversidad de tendencias en el seno del neorrealismo es un índice de su multiforme vitalidad.

Al ala idealista (y a veces cristiana), que ve en el cine un testimonio y espejo de la realidad, pueden asociarse los nombres de Rossellini, De Sica y su guionista Cesare Zavattini.

Al ala marxista que postula el realismo crítico, superando el simple testimonio para extraer conclusiones histórico-políticas a través de sus películas, pertenecen Luchino Visconti, Giuseppe de Santis, Carlo Lizzani.

              El neorrealismo producirá un tremendo impacto en el cine mundial y pronto veremos brotar sus consecuencias en Japón, México, España, Grecia…

              Es un nuevo camino que se ofrece, pleno de posibilidades, a los países cinematográficamente pobres.

              Es un cine que puede hacerse sin estudios, sin actores, sin grandes presupuestos, sin todo aquello que se interpone entre las cámaras y la realidad para falsearla y mixtificarla.

              Y aunque el neorrealismo no haya sido una escuela popular, en el sentido de la adhesión de los grandes públicos, impondrá la autenticidad de sus imágenes contribuyendo a crear en el público una mayor exigencia en la veracidad formal del grueso de la producción, del cine que se hace en los estudios y que no tardará en adoptar muchas de las técnicas veristas del neorrealismo, aunque con finalidades bien distintas.

              Después del neorrealismo se produce un súbito envejecimiento del claustrofóbico “cine de estudio” de los años treinta y se generaliza la práctica del rodaje en exteriores e interiores naturales.

              Después del neorrealismo ya no puede hacerse cine como se hacía hasta entonces.

Visconti.

El caso de Visconti es apasionante. Aristócrata refinado y marxista militante, ha sabido operar en su obra una rara fusión entre el realismo más exigente y un refinadísimo sentido estético, que a veces roza lo decadente.

Después de una intensa actividad teatral, marcha a Sicilia para rodar la ambiciosa trilogía La terra trema (1947-1948).

Dificultades de producción redujeron el tríptico a un solo fresco, el episodio de los pescadores, quedando en el cajón de los proyectos el de los mineros y el de los campesinos, que debían completar este vasto retablo social sobre las gentes humildes de Sicilia y su rebelión contra la explotación de los más fuertes.

Monumento decapitado, pues, tenemos que contentarnos con el primer episodio, que traza el itinerario de un pobre pescador, cuyo intento de emancipación social, trabajando por su cuenta, fracasa rotundamente y pierde en la aventura su casa y su barca.

Esta visión pesimista de la inútil rebeldía del hombre solo debía tener su contrapunto, según la idea de Visconti, en el éxito de la acción colectiva del tercer episodio, que jamás llegó a rodar.

Trabajando con actores naturales, pescadores auténticos, y sin un solo decorado de estudio, Visconti consiguió reconstruir un drama social de impresionante veracidad documentalista que, y ahí reside la originalidad de Visconti y su diferencia con Rossellini, aparece plasmado en imágenes de una cuidadísima belleza plástica.

Ha integrado además la técnica de puesta en escena con profundidad de campo en la agreste geografía natural de Sicilia y en interiores naturales.

Esta sorprendente integración del realismo documental y del realismo estético es, en cierto modo y como ha señalado Bazin, la cima realista del cinematógrafo.

El empleo sistemático de actores no profesionales ensancha y profundiza la vieja teoría eisensteniana del “tipo”. Porque aquí los “tipos” no son meras pinceladas anecdóticas en un retablo colectivo, sino que soportan todo el peso de una larga y compleja acción dramática, con una eficacia y convicción que para sí quisieran muchos actores profesionales.

La explosión neorrealista creará en Italia por estos años, entre las gentes humildes, el espejismo de fácil ascenso al estrellato cinematográfico, y sobre este tema candente basará Visconti su siguiente película, Bellísima (1951), en donde Anna Magnani se consagra como actriz excepcional, en sus esfuerzos apasionados y vanos por convertir a su hijita en estrella de cine.

Otras obras posteriores son: 1954 Senso, 1957 Noches blancas, 1960 Rocco y sus hermanos, 1963 El gatopardo, 1967 El extranjero, 1969 La caída de los dioses, 1971 Muerte en Venecia.

Vittorio De Sica

El tercer gigante del cine neorrealista es Vittorio De Sica, que ha trabajado como actor.

En 1940 ha comenzado a dirigir comedias, cuya falsedad y convencionalismo no las distingue de las que están haciéndose por el país en estas fechas.

Pero en 1943 se produce el quiebro de I bambini ci guardano, un drama familiar visto a través de los sensibles ojos de un niño, víctima inocente de las querellas de sus padres.

Se alinea, en el preludio que anuncia el amanecer neorrealista.

Se establece una colaboración con el guionista Cesare Zavattini que es uno de los grandes teóricos y defensores del neorrealismo.

El cine de De Sica-Zavattini se diferenciará del de Rossellini y del de Visconti por su orientación sentimental y ternurista, apelando no a la indignación del espectador (como Rossellini), ni a su intelecto (como Visconti), sino a la compasión.

Esta idea cristiana domina su gran trilogía iniciada en 1946, que recoge la soledad y el desamparo de los niños romanos en El limpiabotas y el drama de los adultos en Ladrón de bicicletas (1948), conmovedora historia del obrero Ricci, pegador de carteles, que durante el fin de semana busca desesperadamente por toda Roma la bicicleta que le han robado, por ser su imprescindible herramienta de trabajo, y al no hallarla se decide a robar una, siendo sorprendido al hacerlo.

Este implacable documento social sobre la condición obrera en la Italia de posguerra cargó su acento en la soledad del protagonista, víctima de una feroz insolidaridad ante su angustioso problema y estuvo articulado sobre tres elementos: la bicicleta transformada en imprescindible herramienta de trabajo, la indiferencia del medio ambiente y la atroz soledad del protagonista, víctima del robo.

Perspectiva subjetivista que reapareció en Umberto D (1951), drama de la soledad en la vejez, protagonizada por un funcionario jubilado que malvive de la pensión estatal sin más compañía que la de su perro.

En esta película culminan las teorías zavattinianas sobre la “cotidianidad” del neorrealismo, que al postular la lucha contra lo excepcional para captar la vida en el acto mismo en el cual vivimos, en su mayor cotidianeidad, había querido llevar al cine “los noventa minutos de la vida de un hombre durante los cuales no sucede nada”. Pocas veces la gris monotonía de lo cotidiano se ha convertido en algo tan apasionante como en esta morosa incursión de De Sica, con ojo de entomólogo, en la existencia vacía de Umberto Domenico.

Su técnica de “tiempos muertos”, despojada del sentimentalismo de De Sica, será reactualizada más tarde por Antonioni.

Esta amarga trilogía sobre el drama de la Italia de posguerra se completó con la insólita farsa poética Milagro en Milán (1950), cuya inspiración debe no poco a Chaplin y a Clair, y en la que los pobres habitantes de un bidonville milanés, expulsados de sus barracas por un feroz y grotesco plutócrata que quiere explotar el petróleo descubierto en su subsuelo, abandonan en masa este mundo cruel cabalgando sobre escobas voladoras, hacia un país en el que «buenos días» quiera decir realmente «buenos días».

De Sica gastó todo su dinero ganado con Ladrón de bicicletas para producir esta poética fábula de ambiguo y discutido desenlace.

Al preguntarle un malintencionado periodista si los humildes emprendían su vuelo hacia el Este o hacia el Oeste, De Sica le respondió que eso no era lo que importaba, sino el hecho de que volasen todos juntos.

Pero como el idealismo no hace buenas migas con el dinero, De Sica se verá obligado a reanudar su carrera de actor.

Como actor conocería el éxito de público en Pan, amor y fantasía ras la cual llegarían Pan, amor y celos (1954), ambas junto a Gina LollobrigidaPan, amor y…(1955), con Sophia Loren, y una última entrega rodada en España y protagonizada junto a Carmen Sevilla, Pan, amor y Andalucía (1958).

De su filmografía posterior caben destacar:

                   1955        El oro de Nápoles

                   1963        Ayer, hoy y mañana

                   1970        Los girasoles

                   1970        El jardín de los Finzi Contini

Otros directores.

Siguiendo los pasos de Rossellini, Visconti y De Sica, un fecundo movimiento neorrealista, cuya diversidad de matices se aglutina no obstante en la común voluntad de dar un testimonio veraz y sin afeites ni adornos de la realidad italiana de estos años, de la Italia del desempleo, del mercado negro y la prostitución.

Luigi Zampa evoca los días de la guerra y del fascismo en Vivir en paz(1946), en donde expuso con humor y dramatismo las incidencias promovidas por la presencia de dos soldados fugitivos americanos en un pueblecito ocupado por los alemanes, y en Años difíciles(1948).

Sobre el tema de la Resistencia Carlo Lizzani realiza, en régimen de producción cooperativa, ¡Achtung banditi!(1951).

Pietro Germi describe el éxodo colectivo de un pueblo minero que abandona Sicilia para buscar trabajo en Francia, en El camino de la esperanza(1950).

Alberto Lattuada, realiza con cierto acento melodramático en Il bandito(1946) y alcanza sus más altos registros en Sin piedad(1947), crónica de los trágicos amores de una prostituta italiana y de un soldado americano negro, y en Il mulino del Po(1949), que al describir las luchas sociales en el campo de Ferrara a finales del siglo es el primer intento de aplicar las técnicas y el espíritu neorrealista a un tema no contemporáneo.

La acusada personalidad de Lattuada aflora a través del prestigio formal de sus imágenes, delatando sus anteriores actividades de fotógrafo.

Es, además, quien primero se atreve a introducir un aliento erótico en la escuela, gracias a la admirable Carla de Poggio (esposa del realizador) de Sin piedad.

Es también quien primero intenta una síntesis formal entre el neorrealismo y el estilo expresionista, especialmente visible en la adaptación del cuento de Gogol El alcalde, el escribano y su abrigo(1952), en clave grotesca, hibridismo estético prefigurado ya en su obra anterior (ambientes turbios, efectos de luz, encuadres enfáticos) y que aquí utiliza para describir con reminiscencias kafkianas las vicisitudes de una víctima del aparato burocrático.

Giuseppe De Santis debuta en la realización con Caza trágica(1947), vibrante retablo épico de las luchas de las cooperativas campesinas contra los manejos de los grandes propietarios rurales.

Cineasta coral, barroco, exuberante, que aprovecha la gran tradición melodramática italiana (como hará más tarde Visconti) en su tarea por crear un cine popular que llegue a las grandes masas, marcha a los arrozales del Po para dar testimonio de la penosa situación de las campesinas que allí trabajan en Arroz amargo(1948), un film duro y sensual, que impone el nombre de la actriz Silvana Mangano como la primera gran estrella popular del cine italiano de posguerra.

Sabia síntesis del cine-documento con juego escénico colectivo, del melodrama y del barroquismo formal, el cine de este militante marxista es uno de los más valiosos intentos de buscar la adhesión popular hacia el neorrealismo que es, en principio, un cine de minorías, aunque se trate de la «inmensa minoría» de los espectadores exigentes de todo el mundo. 

Por eso pueden perdonársele los excesos melodramáticos de Non c’e pace tra gli ulivi(1950), cinta que precede a Roma, hora 11(1952), tal vez su mejor película, que arranca de la crónica de sucesos un hecho verídico: la catástrofe ocasionada al ceder la escalera de una casa, en la que se apiñaban doscientas muchachas que acudían en respuesta a un anuncio solicitando una dactilógrafa.

Un hecho real, un testimonio de la condición social de la mujer, una denuncia del problema del desempleo a través de un dramático suceso periodístico.

Fin y consecuencias en Italia del neorrealismo.

Sin embargo, el neorrealismo tiene muchos enemigos que le amenazan.

En 1948 la Democracia Cristiana se instala en el poder en Italia.

Se prepara la nueva ordenación jurídica del cine italiano.

Los cineastas italianos organizan actos de protesta.

Los norteamericanos contemplan con recelo el vertiginoso ascenso del cine italiano y sus presiones se ejercen a través de la coacción de la ayuda económica.

Está además la cuestión del “prestigio exterior”.

El neorrealismo da una imagen triste, dolorosa y miserable de Italia, y el gobierno, pasado el entusiasmo de la revolución antifascista, comienza a fruncir el ceño ante el efecto que puedan causar estos implacables documentos sociales en el extranjero.

En consecuencia, mientras la censura se refuerza, se idean sistemas de protección económica a la producción que, de hecho, presionan, mediante una ayuda discriminada.

Sin embargo, el prestigio internacional del cine italiano ha permitido consolidar su potencia industrial y comienzan a aparecer grandes productoras, como la Ponti-De Laurentiis (1950), e Italia no tardará en ser la depositaria de las más famosas estrellas del cine europeo: Gina Lollobrigida, Sofia Loren, Vittorio De Sica, Alberto Sordi.

Los condicionamientos políticos explican también la aparición de la comedieta neorrealista, subproducto de la escuela que aprovecha sus elementos formales (escenarios naturales, ambientes populares, etc.) para cantar la alegría de vivir de este pueblo meridional.

Un antiguo «caligrafista», Renato Castellani, es quien abre la vía a la comedia neorrealista (o «neorrealismo rosa», como algunos le han llamado) con E primavera (1949) y Due soldi di speranza(1951), cuyo éxito desencadenará una avalancha de títulos, en los que la primitiva lozanía se irá marchitando a pasos agigantados:

Nápoles millonaria (1951) de Eduardo De Filippo.

Guardias y ladrones (1951) de Steno y Monicelli, con Totó y Aldo Fabrizi como protagonistas,

Pan, amor y fantasía (1953) de Luigi Comencini, que impone a Gina Lollobrigida, con su provocativo erotismo campesino, como estrella internacional.

Posneorrealismo.

En este momento crítico de transición inician su obra dos grandes realizadores que representan ya la fase posneorrealista.

Es sintomático que Michelangelo Antonioni desplace, en su primer largometraje, Cronaca di un amore(1950), los temas proletarios típicos del neorrealismo hacia el atento examen crítico y psicológico de la burguesía industrial de Milán a través de la historia de un adulterio con implicaciones criminales, que habla bien a las claras de la admiración de Antonioni por el naturalismo negro francés, admiración que le había llevado durante la guerra a Francia para trabajar de ayudante de Marcel Carné. Antonioni será uno de los gigantes del cine posneorrealista, en una Italia que abandona el cine proletario, entre otras razones porque el país va resolviendo sus más acuciantes problemas sociales heredados de la guerra, para encaminarse a grandes zancadas hacia lo que se llamará el «milagro económico».

También Federico Fellini, que ha trabajado como guionista en películas tan importantes como Roma, ciudad abierta, Paisà, Europa 51, Sin piedad e Il mulino del Po, será otro de los “grandes” del nuevo cine italiano. Resulta difícil presagiarlo con su debut en Luci del varietà(1950), incursión en el engañoso mundo de oropel del music hall, en colaboración con Lattuada, y El jeque blanco(1952), sobre una joven provinciana enamorada de un héroe de fotonovela, al que se empeña en conocer durante su viaje de bodas a Roma. Sin embargo, apunta ya aquí su sentido del espectáculo extravagante y su gusto por la caricatura histriónica, que serán características de su obra ulterior.

El cine italiano, cumplido ya el fecundo pero irreversible capítulo neorrealista, anda tanteando nuevos caminos y buscando nuevos horizontes expresivos. Al iniciarse la década de los años cincuenta el cine italiano está prestigiado universalmente y considerado como el más avanzado del mundo. Se comentan y admiran las películas italianas como se hizo antes con el expresionismo alemán, la escuela rusa o el cine vanguardista francés.

Están además los excelentes documentales de arte de Luciano Emmer y Enrico Gras, género que cultivan desde 1941 y a quienes corresponde la legítima paternidad. El ojo analítico de su cámara ha dado nueva vida a los protagonistas inmóviles de la gran pintura renacentista, gracias al dinamismo del montaje, a los movimientos de la tomavistas y a la música. Los documentales de arte de Emmer y Gras nos han enseñado a contemplar las obras de arte con unos ojos nuevos, al igual que los neorrealistas nos han revelado una nueva forma de observar la realidad, en sus aspectos más auténticos, como un documento vivo, documento novelado si se quiere, pero que nos ayuda a comprender mejor la condición humana como fruto de su convivencia, solidaria o insolidaria, con sus semejantes.

Otros directores.

Pietro Germi

El camino de la esperanza (1950).

Alberto Lattuada

Sin piedad (1947)

Il mulino del Po (1949)

El alcalde, el escribano y su abrigo (1952)

Carlo Lizzani

¡Achtung banditi! (1951).

Giuseppe De Santis

Arroz amargo (1948)

Roma, hora 11 (1952)

Luigi Zampa

Vivir en paz (1946)

Años difíciles (1948).

Documentales de arte de Luciano Emmer y Enrico Gras 0000000000

4.2. EL «STURM UND DRANG» ALEMÁN

En 1916 la producción tenía un marcado cariz antialemán.

En 1917 surge la UFA. Había que hacer grandes películas.

Se contrata a Ernst Lubitsch discípulo de Max Reinhardt, dirige:

1918 (con Pola Negri) Los ojos de la momia y Carmen.

1919 Madame Du Barry y La princesa de las ostras,

1920 Ana Bolena, Una noche en Arabia

1921 La mujer del faraón.

Las mordaces comedias y las evocaciones históricas de Lubitsch fueron el parto del gran cine alemán, y la violenta irrupción de la escuela expresionista la que dio cartas de nobleza a su arte cinematográfico.

Frente a la fidelidad al mundo real captado por los sentidos, los expresionistas alzaron la interpretación afectiva y subjetiva de esta realidad, distorsionando sus contornos y sus colores.

Los antecedentes del cine expresionistalos podemos encontrar en dos películas de Paul Wegener.

El estudiante de Praga (1913) es una cinta fantástica que narra el drama de un estudiante que por amor vende al diablo su imagen reflejada en los espejos.

El Golem (1914), es una antigua leyenda judía sobre un hombre de arcilla al que un rabino consiguió infundir vida mediante una fórmula mágica.

Estamos en el terreno de la fantasía sin fronteras, en contradicción con el realismo naturalista que, después de Méliès, parece querer imponerse en el cine mundial.

El gabinete del doctor Caligari (1919), de Robert Wiene es la primera película que se considera expresionista.

El argumento original estáinspirado en un caso de criminalidad real, narraba los estremecedores crímenes que cometía el médium Cesare, bajo las órdenes hipnóticas del demoníaco doctor Caligari, que recorría las ferias de las ciudades alemanas exhibiendo a su sonámbulo.

La secreta idea de los guionistas era la de denunciar, a través de esta parábola fantástica, la criminal actuación del Estado alemán, durante la guerra.

Robert Wiene añadió dos nuevas escenas (una al principio y otra al final), que transformaron radicalmente el sentido de la narración. Con ello, también, se derrumbó el sentido de protesta política de la obra.

La historia fantástica de crímenes se convirtió en un relato realista, pero su dimensión alucinante y demoníaca persistió a través del estilo plástico elegido para llevarla a la pantalla.

Las revolucionarias innovaciones de sus decoradores y figurinistas fueron obra de activos miembros del grupo Sturmde Berlín, impulsor de la estética expresionista.

La baza principal de la película estuvo en su desquiciamiento escenográfico, con chimeneas oblicuas, ventanas flechiformes y reminiscencias cubistas, utilizándolo todo en función no meramente ornamental, sino dramática y psicológica, creando una atmósfera inquietante y amenazadora.

También es verdad que el azar contribuyó a acentuar el extremismo de las soluciones formales pues la limitación del cupo eléctrico del estudio sugirió la idea de pintar luces y sombras en los decorados.

La película abría una nueva dimensión imaginativa e insólita a la producción cinematográfica, como contrapartida encarrilaba al joven arte hacia una peligrosa cineplástica de servidumbre pictórico-escenográfica, desechando la movilidad de la cámara, el poder creador del montaje y el rodaje en escenarios exteriores, en un retorno a la vieja estética de Méliès.

La incorporación de la figura humana y de sus movimientos reales no era cosa fácil en aquel mundo de formas dislocadas y extravagantes.

Con una interpretación estilizada y con la ayuda de unos maquillajes sorprendentes, Caligari (Werner Krauss) y Cesare (Conrad Veidt) consiguieron integrarse eficazmente en el conjunto plástico, que admitía mucho peor a los restantes personajes de inspiración realista.

También el movimiento, que es una dimensión real, despojará a muchas películas de esta escuela de la irreal fascinación plástica que emana de sus fotogramas estáticos.

Caligari fue, junto con Charlot, el primer mito universal creado por el cine pues la película fue un éxito.

Wiene tuvo una mediocre obra posterior, inserta en la gran marea expresionista que dominó en la producción alemana a partir de esta fecha: Genuine(1920), sobre un pintor que infunde vida al retrato de su amada; Raskolnikoff(1923), la evocación religiosa INRI(1923) y Las manos de Orlac(1924).

No es casual que la estética expresionista solicitase con evidente preferencia sus temas de la fantasía y el terror.

Se ha interpretado como un involuntario reflejo moral del angustioso desequilibrio social y político que agitó la República de Weimar y acabó arrojando al país a los brazos del nacionalsocialismo.

Finísimo barómetro de las preocupaciones colectivas, el cine registrará estas violentas conmociones sociales en su estremecedora parábola expresionista.

Henrik Galeen resucitará El Golem(1920), que causará desmanes sin cuento en el gueto judío de Praga.

Paul Leni narrará en El hombre de las figuras de cera(1924) unos episodios alucinantes protagonizados por un sultán, el zar Iván el Terrible y el sádico asesino inglés Jack el Destripador (Werner Krauss).

El expresionismo evolucionó, como no podía ser menos, sustituyendo las telas pintadas de El gabinete del doctor Caligari por los decorados corpóreos e introduciendo un empleo más complejo y audaz de la iluminación como medio expresivo, hasta conseguir una película en que toda la intriga se expone casi únicamente por medio de sombras, sin rótulos literarios: Sombras(1923) de Arthur Robison.

La veta naturalista de la literatura alemana y Max Reinhardt con sus experiencias realistas e intimistas de su Kammerspiel (Teatro de cámara), inspiró la reacción realista del Kammerspielfilm.

El guionista Carl Mayer y el director rumano Lupu Pick rompieron con las fantásticas elucubraciones del expresionismo con dos curiosas “tragedias cotidianas”, que se orientaban hacia el estudio naturalista y psicológico de personajes simples y de ambientes arrancados de la realidad cotidiana: Scherben(1921) y Sylvester(1923).

Scherben narraba la tragedia de un humilde guardavías.

Sylvester muestra la triste historia del dueño de un modesto café.

Aquí ya no hay monstruos ni espectros, pero la utilización de los objetos como símbolos y cierta estilización dramática nos advierte que el Kammerspielfilm ha nacido en el seno del torbellino expresionista y que resulta abusivo hablar de realismo.

La estética del Kammerspielfilm estaba basada en un relativo respeto a las unidades de tiempo, lugar y acción —vestigio de su procedencia teatral—, en una gran linealidad y simplicidad argumental, que hacía innecesaria la inserción de rótulos explicativos, y en la sobriedad interpretativa, por oposición al expresionismo.

Todo lo anterior permitió crear unas atmósferas cerradas y opresivas, en las que se movían los protagonistas como monigotes guiados por el fatum de la tragedia clásica.

Por la senda de los “dramas cotidianos” avanzó una parte del mejor cine alemán: Hintertreppe(1921), de Leopold Jessner y Paul Leni, Die Strasse(1923), de Karl Grüne obras que carecen prácticamente de rótulos literarios.

Su influencia podrá rastrearse en la obra posterior de Josef von Sternberg, Marcel Carné y John Ford.

En esta época destacan también dos poderosas personalidades: Murnau y la de Fritz Lang.

F. W. Murnau trató de expresar su subjetividad lírica con el máximo respeto por las formas reales del mundo visual, en original y equilibrada síntesis expresionista-realista.

En 1922 rueda Nosferatu, el vampiro, adaptación libre de la novela fantástica Drácula (1897), del irlandés Bram Stoker.

Murnau recurrió principalmente a escenarios naturales cuidadosamente elegidos y consiguió potenciar su estremecedora veracidad.

Realismo y fantasía forman un todo coherente en esta historia romántica que debe menos a la vampirología que a cierta temática muy arraigada en toda la obra de Murnau, como la obsesión por la idea de la Muerte, el tema de la felicidad de una pareja perturbada por la presencia del Mal (Nosferatu) y el papel expiatorio de la mujer que, con su voluntad de abnegada entrega, derrota al vampiro.

A quebrar los cánones teatralizantes del expresionismo contribuyó su utilización de recursos técnicos de filiación vanguardista, como el acelerado y el ralentí y el empleo de película negativa para señalar el paso del mundo real al ultrarreal.

El último, triste historia del portero del lujoso hotel (Emil Jannings), orgulloso de su vistoso uniforme, que debido a su avanzada edad es «degradado» al servicio de lavabos.

Pero roba el uniforme cada día para regresar con él a su casa. Pasando por alto un postizo final feliz que Murnau añadió, El último se nos aparece como la primera obra maestra del cine alemán en su transición del expresionismo al realismo social.

El último participaba del realismo social por sus contrastes ambientales (el lujoso hotel y el barrio proletario donde habita el portero) y por el testimonio de la veneración fetichista del uniforme (símbolo autoritario por antonomasia).

Sin embargo, esta historia realista estaba narrada en un lenguaje plástico repleto de reminiscencias expresionistas, como las sombras amenazadoras que transforman la entrada de los lavabos en un terrible antro.

Para dar agilidad a este relato cuya acción transcurría en un mundo cerrado (el hotel y el barrio del portero), Murnau y su operador Karl Freund introdujeron el empleo de una cámara excepcionalmente dinámica, con travellings subjetivos (atando la cámara al pecho del operador), circulares y movimientos de grúa, conseguidos situando la cámara en la extremidad de una escalera de incendios.

La “cámara desencadenada” (expresión utilizada por la crítica de la época) de Murnau causó un enorme impacto en la producción mundial.

Con El último la cámara había aprendido de una vez a andar sin limitaciones y, lo que es más, había aprendido a volar.

Murnau atacó a continuación dos adaptaciones literarias:

Tartufo o el hipócrita (1925), según Molière, y con un prólogo y epílogo contemporáneos moralizadores, en donde la magia de la iluminación convirtió unos decorados rococó en expresionistas,

Fausto (1926), en donde su refinamiento plástico, rico en referencias pictóricas, estuvo servido por un impresionante despliegue de medios técnicos y de trucajes, que culminaron en un aparatoso y celebrado viaje aéreo de Fausto y de Mefisto.

El gran actor Emil Jannings realizó dos interpretaciones antológicas.

Ya en America Murnau realizará Amanecer(1927) que resulta ser una curiosa componenda artística entre el expresionismo y simbolismo del cine alemán y el realismo americano, con su exigencia comercial de “final feliz” que consiguió tres Oscar.

Defraudó con sus dos siguientes películas, Los cuatro diablos(1928) y El pan nuestro de cada día(1929), pero volvió a encontrar su inspiración con su obra maestra Tabú.

Fritz Lang, arquitecto y viajero, compartió el título de maestro de la escuela expresionista.

Su debut como realizador en 1919 no tardó en proporcionarle un gran éxito popular con el serial de aventuras exóticas Die Spinnen (1919), con sociedades secretas, ritos mayas y diamantes fabulosos.

El aún más popular serial El doctor Mabuse (1922), que en clave de aventuras describía el caos financiero de Alemania.

Más sólido fue el impacto causado por su película fantástica Der müde Tod (1921), sobre el viejo tema romántico de la lucha del Amor contra la Muerte a través de tres episodios, que suceden en la antigua China, el legendario Bagdad y la Venecia renacentista. Lang hizo construir unos impresionantes decorados corpóreos. Der müde Tod impone de modo definitivo el cine alemán en el extranjero.

El expresionismo de Lang, arquitectónico y monumental, épico y solemne, en oposición al refinamiento y lirismo de Murnau, tuvo ocasión de demostrar su madurez en la colosal y wagneriana epopeya aria Los Nibelungos (1923- 1924), en dos partes, en la que los árboles se nos antojan columnas y las composiciones de figuras semejan escudos heráldicos.

Más que de expresionismo sería justo hablar de abstracción y geometrismo en esta obra maestra del monumentalisieren.

Esta exaltación aria en la que los hunos son presentados como raza inferior y cavernícola, trae premonitorios vientos de tragedia.

Se ha echado la culpa a la guionista, esposa de Lang y luego militante nazi.

En la estremecedora visión futurista de Metrópolis (1926), la ciudad del mañana en la que la raza de los señores goza de la vida en la superficie mientras los esclavos infrahombres penan en una región subterránea de pesadilla, poblada por máquinas terribles.

Tan grande fue la endeblez e ingenuidad del relato —que concluye con un candoroso abrazo reconciliador entre el Capital y el Trabajo— como grande fue la maestría imaginativa y arquitectónica de Lang, que supo jugar con espacios, volúmenes y claroscuros con habilidad de prestidigitador.

Lang consigue en algunos momentos imponer imágenes que el espectador ya no olvidará jamás: su opresivo mundo subterráneo, el relevo de turno de los obreros, la inundación y el pánico en la ciudad… Metrópolis representa, en suma, el apogeo del expresionismo de dimensión arquitectónica, como Caligari lo fue en su vertiente pictórica.

A la contemplación naturalista y neutra de la realidad, propia del clasicismo norteamericano, se oponía un subjetivismo violento y radical, que distorsionaba la imagen del mundo y transmitía al espectador su interpretación ética e intelectual de la realidad mediante un código de signos de hipertrofiada expresividad, tales como la decoración, los maquillajes o la iluminación.

En el ámbito sonoro, M, el vampiro de Düsseldorf (1931) con Peter Lorre.

Ante su temor a los nazis escapa a Francia donde rueda Liliom (1934), con poco éxito.

Después emigra a América donde rodará títulos tan importantes como Furia (1936), Sólo se vive una vez (1937), La mujer del cuadro (1944), Perversidad (1945), Secreto tras la puerta (1947), Los sobornados (1953), Más allá de la duda (1956), Mientras Nueva York duerme (1956), y otras de otro tipo como Deseos humanos (1954), Los contrabandistas de Moonfleet (1955) y Encubridora (1952).

En varias ocasiones, era manifiesta la crítica social y siempre estaban presentes sus dudas sobre la justicia, así como sus reflexiones sobre el individuo contemporáneo y su desamparo.

A finales de los años cincuenta, en parte por el clima creado por las investigaciones del Comité sobre Actividades Antiamericanas, en parte por su rechazo de criterios comerciales, y también por la oferta de un productor europeo, viajó a la República Federal Alemana para rodar El tigre de Esnapur (1958), La tumba india (1959) y Los crímenes del Dr. Mabuse (1960), su última película.

EL «STURM UND DRANG» ALEMÁN.

Escuela expresionista

Paul Wegener.

El estudiante de Praga (1913)

El Golem (1914)

Robert Wiene

El gabinete del doctor Caligari (1919)

Genuine (1920)

Raskolnikoff (1923)

INRI (1923)

Las manos de Orlac (1924).

Paul Leni:

El hombre de las figuras de cera (1924)

Henrik Galeen

El Golem (1920)

Arthur Robison.

Sombras (1923)

Kammerspielfilm.

Scherben (1921) y Sylvester(1923) del guionista Carl Mayer y el director rumano Lupu Pick.

Hintertreppe (1921), de Leopold Jessner y Paul Leni

Die Strasse (1923), de Karl Grüne

F. W. Murnau:

Nosferatu, el vampiro (1922)

El último (1924)

Tartufo o el hipócrita (1925)

Fausto (1926)

América

Amanecer (1927)

Los cuatro diablos (1928)

El pan nuestro de cada día (1929)

Tabú (1931)

Fritz Lang:

Die Spinnen (1919)

El doctor Mabuse (1922)

Der müde Tod (1921)

Los Nibelungos (1923- 1924),

Metrópolis (1926)

M, el vampiro de Düsseldorf (1931)

Francia

Liliom (1934)

América

Furia (1936)

Sólo se vive una vez (1937)

La mujer del cuadro (1944)

Perversidad (1945)

Secreto tras la puerta (1947)

Encubridora (1952).

Los sobornados (1953)

Más allá de la duda (1956)

Mientras Nueva York duerme (1956)

Deseos humanos (1954)

Los contrabandistas de Moonfleet (1955)

República Federal Alemana

El tigre de Esnapur (1958)

La tumba india (1959)

Los crímenes del Dr. Mabuse (1960)

2.4. EL MAGO DE MONTREUIL (20).

Georges Méliès era mago e ilusionista y director del teatro Robert Houdin de París.

Después de asistir a una proyección de los Lumière adquirió un bioscopio y metros de película para iniciar su propia producción cinematográfica.

Las primeras cintas de Méliès siguieron la senda ya trazada por Lumière. Se trataba de las consabidas “escenas naturales”.

En 1896, mientras estaba en pleno rodaje, la cámara sufre un atasco, Méliès se da cuenta y procede a reparar el desperfecto y, tras esta breve interrupción, continúa el rodaje.

Al efectuar la proyección de esta película, observa que allí donde un momento antes pasaban hombres aparecen de pronto unas mujeres.

Méliès acababa de descubrir, por casualidad, un trucaje; que hoy llamamos paso de manivela, y que permite rodar a la cadencia de imagen por imagen, base del cine de animación, de los trucajes por sustitución y de muchas películas de fantasía.

Méliès encauzó su producción por el rumbo de la magia y de la fantasía sin límites.

Es entonces cuando Méliès idea las famosas “escenas de transformación”, que dejan boquiabierto al ingenuo público parisino.

La primera de ellas es El escamoteo de una dama(1896), que rueda en el jardín, ante un telón de fondo pintado.

El trucaje es simple, pero el efecto conseguido causa gran impresión en el público y Méliès, al año siguiente, lo repite con un ¡más difícil todavía! en otras cintas que combinan la desaparición con la sustitución.

Esto ocurre en Fausto y Margarita(1897), en donde la dama se transforma, por arte de birlibirloque, en diablo.

Méliès comienza a explorar y va descubriendo, o intuyendo, casi todos los trucajes que forman el patrimonio del cine moderno: maquetas, desapariciones, apariciones, objetos que se mueven solos, personajes voladores, sobreimpresiones, encadenados, fundidos, fotogramas coloreados pacientemente a mano…

El trucaje es un fin en sí mismo y no un medio puesto que Méliès es un mago profesional que ha visto en el cine un “artefacto mágico” parangonable a la caja de doble fondo o a la baraja trucada.

La necesidad también espoleará su imaginación incitándole hacia nuevos perfeccionamientos técnicos.

En 1897 Méliès obligado a rodar en el interior del Robert Houdin, utiliza treinta proyectores de arco para la iluminación.

Méliès se decide a construir en el jardín de su finca de Montreuil un auténtico estudio, al abrigo de las inclemencias del tiempo, con el techo y las paredes de vidrio para aprovechar la luz solar, aunque en 1905 le añadiría su primera instalación eléctrica.

Este laboratorio constituyó el primer estudio de Europa, ya que Edison le había precedido en América con su rudimentario Black Maria.

Entre 1896 y 1913 Méliès realizó unas quinientas películas.

En la variadísima producción de Méliès, junto a títulos tan prometedores como Magie diabolique Georges Méliès(1898) o El antro de los espíritus (1901), aparecen películas publicitarias.

En la que anunciaba un Whisky mostraba a un escocés bebiendo con delectación este licor, bajo los retratos de tres antepasados suyos, que acababan por cobrar vida y saltar de sus marcos para disputarse a puñetazos la botella.

Finalmente, ésta se rompe y los antepasados, contritos, retornan a sus cuadros.

Con un ingenio inagotable, el mago de Montreuil condensa en sus breves películas hallazgos de una frescura extraordinaria.

En La cueva maldita(1898) emplea por vez primera la “fotografía espiritista”, que hoy conocemos con el nombre más prosaico y exacto de sobreimpresión.

En El hombre orquesta(1900), el propio Méliès, que con frecuencia interpreta sus películas, aparece multiplicado en las figuras de siete músicos que, simultáneamente, tocan diversos instrumentos, el efecto se consiguió con siete sobreimpresiones sucesivas sobre un fondo negro.

En El hombre de la cabeza de goma(1902) muestra el experimento de un científico que consigue hinchar su propia cabeza.

El trucaje se obtuvo mediante un travellingde acercamiento a la cabeza (sobre fondo negro) para aumentar su tamaño.

En El huevo mágico(1902) Méliès se transforma, gracias a un fundido encadenado, en un esqueleto.

En El melómano(1903), la cabeza de Méliès salta, a modo de notas musicales, sobre un pentagrama formado por cinco hilos telegráficos.

Méliès lanza, en 1897, un nuevo género cinematográfico: las actualidades reconstruidas, aportación fantasiosa al periodismo gráfico, documentales amañados que inicia con la guerra greco-turca, con su combate naval y todo, reproducido pacientemente con la ayuda de maquetas, continúan con Maine(1898), El proceso Dreyfus(1899) y el más célebre que representaba la coronación de Eduardo VII (1902).

A pesar de que sus películas están basadas en una sucesión de “cuadros”, sería impropio emplear el término montaje para referirse a su construcción, ya que Méliès ignora absolutamente las posibilidades de continuidadque pueden nacer del montaje como puede apreciarse en Viaje a través de lo imposible(1904)

Para hacer respetar sus derechos, Méliès abrió en 1903 una sucursal de su Star Film en Nueva York, poniendo al frente de ella a su hermano Gaston.

En 1899 Méliès lleva a la pantalla el cuento infantil La Cenicienta, que él mismo califica, en su catálogo, como production à grand spectacle.

Alternando con sus “escenas picantes”, que Méliès también cultiva a partir del éxito de Le bain de la Parisienne(1897), y con sus falsos documentales, sus cuentos infantiles y sus juegos de brujería, van apareciendo películas tan ambiciosas como Viaje a la Luna(1902), fantaciencia cómica que debe muy poco a Julio Verne y que le cuesta una friolera de francos.

Con esta película Méliès entra en el torbellino de la “gran producción”, que acabará por crearle graves dificultades financieras.

El inicio de la decadencia de Méliès puede situarse hacia 1906.

Su industria artesanal, que ha convertido el invento de Lumière en pujante espectáculo popular, comienza a competir difícilmente con las poderosas sociedades europeas o americanas (Pathé, Gaumont, Nordisk Film, Edison, Biograph, Vitagraph, etc.).

No obstante, sigue cultivando el “gran espectáculo” con películas tan caras y ambiciosas como 200.000 leguas bajo el mar(1907) y ¡A la conquista del Polo!(1912), que dan la justa medida del portentoso ingenio de este pionero del cine.

A Méliès le cupo el mérito de crear con ello una nueva forma de espectáculo popular, incorporando al cine la puesta en escenade origen teatral.

La originalidad de Méliès estriba en la simbiosis entre los recursos típicamente teatrales (maquillajes, mímica, decorados, complicada tramoya y división en actos y escenas, ya que no en secuencias y planos) y los medios y trucajes de naturaleza fotográfica.

Esta concepción le lleva a emplazar siempre la cámara tomavistas ante el escenario, ofreciendo el punto de vista de un espectador de platea perfectamente centrado, abarcando todo el decorado.

En algunos casos sus películas comienzan con un telón que se alza y que cae al final de la acción; en otros Méliès, antes de efectuar alguno de sus prodigios mágicos, saluda al público imaginario con una cortés inclinación de cabeza; los personajes entran y salen por el foro como si estuviesen representando una pieza, y los decorados no ocultan jamás su inspiración teatral.

La interpretación de los actores está basada en la mímica y su gesticulación es exagerada, porque Méliès no ha comprendido, que, en el arte de la pantalla, a diferencia de lo que sucede en el teatro, la lejanía de las localidades no modifica sensiblemente la percepción del espectador.

Esta errónea comprensión del nuevo arte le hizo menospreciar el uso del primer plano, que sólo empleó como trucaje, para agrandar objetos.

Es cierto que este peso teatral — el lastre del “teatro filmado”— gravitará todavía durante bastantes años sobre el cine francés, llegando a ser funesto, pero no hay que olvidar que su saludable y generosa inyección de fantasía abrió amplísimas perspectivas a un invento que, en manos de los Lumière, estaba pereciendo por su cortedad imaginativa y escasez de repertorio, que lo alejaban del interés de las masas una vez satisfecha su curiosidad inicial.

Méliès se enfrentó con el cine, exploró sus entrañas, descubrió muchos de sus secretos y experimentó largamente con sus fascinantes recursos, creando una colección de joyas cinematográficas repletas de ingenio y espontaneidad y arrancando al cine del punto muerto artístico y comercial en que se hallaba sumido.

Los Lumière habían hecho nacer al cine como aparato reproductor óptico de la realidad, ignorando que, más allá de sus sobrias escenas documentales, podía caber un mundo de dislocada fantasía.

Al realismo y naturalidad del aire libre, Méliès opuso la elaboración artificiosa del estudio, la puesta en escena teatral y el trucaje de ilusionista.

He aquí los dos polos antitéticos entre los que se moverá en adelante toda la historia del cine: realismo y fantasía.

1 El escamoteo de una dama (1896) La primera de ellas que rueda en el jardín, ante un telón de fondo pintado, desaparición.
2 Fausto y Margarita (1897) La dama se transforma en diablo, sustitución.
3 Magie diabolique Georges Méliès (1898)  
4 El antro de los espíritus (1901)  
5 Anuncio de un Whisky  
6 La cueva maldita (1898) Emplea por vez primera la “fotografía espiritista”, la sobreimpresión.
7 El hombre orquesta (1900) Méliès aparece multiplicado en las figuras de siete músicos que, simultáneamente, tocan diversos instrumentos, el efecto se consiguió con siete sobreimpresiones sucesivas sobre un fondo negro.
8 El hombre de la cabeza de goma (1902) Muestra el experimento de un científico que consigue hinchar su propia cabeza, travelling sobre fondo negro.
9 El huevo mágico (1902) Méliès se transforma, gracias a un fundido encadenado, en un esqueleto.
10 El melómano (1903) la cabeza de Méliès salta, a modo de notas musicales, sobre un pentagrama formado por cinco hilos telegráficos.
11 Guerra greco-turca, actualidades reconstruidas con su combate naval
12 Maine (1898) actualidades reconstruidas
13 El proceso Dreyfus (1899) actualidades reconstruidas
14 La coronación de Eduardo VII (1902). actualidades reconstruidas
15 Viaje a través de lo imposible (1904) Méliès ignora absolutamente las posibilidades de continuidadque pueden nacer del montaje
16 La Cenicienta (1899)  Méliès lleva a la pantalla el cuento infantil que él mismo califica, en su catálogo, como production à grand spectacle.
17 Le bain de la Parisienne (1897) “Escenas picantes”
18 Viaje a la Luna (1902) Fantaciencia cómica que debe muy poco a Julio Verne y que le cuesta una friolera de francos.
19 20.000 leguas bajo el mar (1907) «gran espectáculo» con películas tan caras y ambiciosas, que dan la justa medida del portentoso ingenio
20 ¡A la conquista del Polo! (1912) «gran espectáculo» con películas tan caras y ambiciosas, que dan la justa medida del portentoso ingenio

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5.4. EL CINE BRITÁNICO EN ESCENA.

El cine inglés, que había conocido un glorioso amanecer con la Escuela de Brighton, se deslizó a partir de 1908 hacia la más completa postración, víctima del constante aumento de los costes de producción, de la competencia extranjera y del rigor puritano de sus censores.

Los éxitos esporádicos, como el de David Garrick(1913) de Cecil Hepworth, se hicieron cada vez más raros y desde el final de la Primera Guerra Mundial su mercado se vio inundado por la avalancha norteamericana.

La parálisis del cine inglés se prolongó hasta finales del período mudo, momento en que se promulgó una legislación fuertemente proteccionista, la Cinematograph Film Act de 1927, que fijó una producción mínima anual de cincuenta películas y para forzar su salida comercial impuso a los distribuidores y exhibidores una cuota mínima obligatoria del 5% de films ingleses en su programación.

Como consecuencia de este enérgico estímulo, en un año la producción británica se quintuplicó y en 1936 la cuota se elevó al 20%.

El brusco crecimiento de esta mimada industria determinó la absorción de un crecido número de artistas extranjeros, que con su veteranía contribuirían a consolidar su solidez comercial.

El capital inglés confió a estos extranjeros, de probada eficacia artística, sus obras más ambiciosas, que sirvieron para poner a prueba la capacidad de su industria.

El astuto Alexander Korda, por ejemplo, fue enviado por la Paramount a Inglaterra en 1931 y allí fundó la empresa de producción London Films.

Siguiendo la senda de las “vidas privadas” ideada por Lubitsch y disponiendo ahora de grandes medios materiales para la reconstrucción histórica rueda La vida privada de Enrique VIII(1933), con una sensacional creación del actor Charles Laughton, en el papel del monarca lujurioso y glotón, y que fue el primer gran éxito internacional del cine sonoro inglés, a la vez que revelaba a su primera gran estrella femenina, Merle Oberon.

En esta misma línea rodó: La última aventura de Don Juan (1934), última interpretación de un Douglas Fairbanks en decadencia, y Rembrandt(1936).

Su hermano Zoltan Korda, especialista en films exóticos, viajaba a la India para rodar Sabú(1935-1937) y a África para realizar una nueva versión en color de la epopeya colonialista Las cuatro plumas(1939).

También supuso un gran esfuerzo material la producción de La vida futura(1936), de William Cameron Menzies sobre guion de H. G. Wells, película de anticipación que muestra el retroceso de la humanidad a la era de las cavernas a causa de una guerra apocalíptica, salvada finalmente por una elite de tecnócratas y de científicos que implantan la Utopía del Bienestar.

Otros éxitos notables del pelotón extranjero fueron El fantasma va al Oeste(1935) de René Clair y el lacrimógeno Adiós, Mr. Chips(1939) de Sam Wood.

A pesar de que la artillería del cine sonoro inglés estuvo en manos de extranjeros, algunos nombres británicos comenzaron a despuntar con fuerza en este período, como Anthony Asquith, que con la colaboración del inolvidable actor Leslie Howard y del incisivo humor   de G. B. Shaw realiza un aplaudidísimo Pigmalión(1938).

Carol Reed, influido por el estilo y la orientación social de la escuela documentalista, rueda The Stars Look Down(1939), que expone el fracaso de un minero que se ha convertido en ingeniero en sus intentos por mejorar las condiciones de vida en las minas de Gales.

“Drifters” (1929) de John Grierson es el primer documental oficial del Reino Unido, que más tarde rodaría “Night Mail” (1936).

Sin embargo, quien más ruido armará de todos estos realizadores ingleses será Alfred Hitchcock.

Hitchcock fue quien prosiguió con mejor fortuna la rica tradición de la narrativa policíaca, aunque poniéndole sus gotas de ironía jesuítica.

Su nombre comienza a sonar con El vengador (1926).

Se le confía la realización de la primera película sonora del cine inglés: La muchacha de Londres(1929), en la que una joven, novia de un detective, comete un homicidio y tiene que ser arrestada por su novio.

En Murder(1930) Hitchcock utiliza por vez primera en el cine, simultáneamente a La edad de oro de Buñuel, la voz en off como monólogo interior de un personaje.

Después de oscilar entre la comedia amable y el género policíaco se decide finalmente por el último, en el que llegará a ser un consumado maestro.

Apartándose de caminos trillados, rehúye los tradicionales ambientes insólitos o truculentos para situar sus intrigas en medios cotidianos y domésticos, entre gentes normales y prosaicas que ven de pronto sus existencias sacudidas por el ramalazo de lo extraordinario.

Esto da a sus películas cierto sabor documental y fuerza de veracidad.

Está también la ironía, que hace ceder la brutal tensión psicológica de sus suspenses, que se hará de uso común entre las gentes gracias a su obra.

Hitchcock sublimará la técnica del suspense jugando con los nervios y con el masoquismo de los espectadores.

Sus narraciones progresan implacablemente manteniendo siempre oculto un elemento importante de la intriga, hasta poner su interés al rojo vivo.

Hitchcock ha propuesto el gráfico ejemplo del señor sentado en una silla bajo la que se oculta una bomba de relojería, de la que sabemos que estallará, pero ignoramos en qué momento.

Dotado de un estilo brillante y efectista, Hitchcock demostrará su prodigiosa habilidad en El hombre que sabía demasiado(1934), 39 escalones(1935) y Alarma en el expreso (1938), su penúltimo film inglés y uno de los mejores de su primera etapa, que fue rodado íntegramente en el estudio, utilizando maquetas o el decorado interior de un vagón de tren.

Con sus ingeniosas intrigas Hitchcock se adelanta a la ulterior evolución de la narrativa policíaca, sazonando la pura aventura con ingredientes de orden psicológico, social o moral.

Hitchcock, instalado en 1940 en Hollywood, saca provecho de la situación política para realizar sus films de intriga Enviado especial(1940), Sabotaje(1942) y Náufragos(1944).

En Encadenados(1946), los nazis también son los malos.

Cualquier pretexto es bueno para que Hitchcock componga sus angustiosos suspenses, disfrazados siempre con ropajes ambiciosos, con la apariencia de un conflicto psicológico, una crisis de conciencia o un problema moral.

Hichtcock acuñara el término MacGuffin para designar una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero carece de relevancia por sí misma.

De sus 53 películas, 39 contienen un cameo de él mismo (más uno no confirmado, en El agente secreto). El director aparece efímeramente como extra o se ve una imagen suya en una foto que interviene en la trama de la película o en el periódico. Esta simpática costumbre era una de las firmas de Hitchcock y un entretenimiento para sus fans.

Con influencias de Orson Welles y con Cotten como protagonista La sombra de una duda(1943) que Hitchcock consideraba su mejor película.

Con Recuerda(1945), y colaboración de Dalí, descubre el rentable filón de los films de “complejos” y con clave psicoanalítica, le seguirán: La soga(1948), que en un alarde de acrobacia rueda con sólo nueve cortes y planos de casi diez minutos de duración cada uno, Atormentada(1949) y Extraños en un tren (1951).

Yo confieso (1953). Hitchcock que juzgaba siempre sus películas según la taquilla, llegará a declarar que Yo confieso fue un “error”.

Crimen perfecto (1954), La ventana indiscreta (1954) y Atrapa a un ladrón tienen como protagonista a Grace Kelly.

Apresurado por sus acreedores, Hitchcock acepta en 1955 poner su nombre y su imagen a una serie de televisión titulada Alfred Hitchcock Presents (1955-1962).

Pero… ¿quién mató a Harry? (1955) con humor inglés. En esta película empieza su colaboración con el músico Bernard Herrmann que durará hasta 1964

El hombre que sabía demasiado (1956) es un remake de uno de sus éxitos británicos.

Falso culpable (1956) basado en una historia verdadera.

Vértigo, de entre los muertos (1958) de nuevo con James Stewart.

Con la muerte en los talones (1959), retoma el tema del «Don Nadie» atrapado en un engranaje, con el injustamente perseguido Cary Grant.

Psicosis (1960), es uno de los principales éxitos comerciales de su carrera, que contiene una de las escenas más impactantes de la historia del cine, rodada con 78 tomas, 52 planos y mucho sirope de fresa.

Los pájaros (1963) y Marnie (1964) protagonizadas por Tippi Hedren.

Con Cortina rasgada (1966) que tiene como protagonistas a Paul Newman y Julie Andrews rompe con Bernard Herrmann y empieza su decadencia.

Topaz (1969), rodada en el ambiente de la guerra fría, es juzgada demasiado larga, aburrida, y el final ridículo.

Terminaría su carrera con Frenesí (1972) y La trama (1976)

Resumen:

1 David Garrick (1913)    Cecil Hepworth  
2 La vida privada de Enrique VIII (1933) Alexander Korda  
3 La última aventura de Don Juan (1934)
4 Rembrandt (1936).
5 Sabú (1935-1937) Zoltan Korda  
6 Las cuatro plumas (1939).
7 La vida futura (1936)   William Cameron Menzies
8 El fantasma va al Oeste (1935) René Clair
9 Adiós, Mr. Chips (1939) Sam Wood
10 Pigmalión (1938). Anthony Asquith
11 The Stars Look Down (1939) Carol Reed
12 Drifters (1929) John Grierson
13 Night Mail (1936).
  1. El enemigo de las rubias                1927                 The Lodger: A Story of the London Fog
  2. La muchacha de Londres               1929
  3. Murder                                           1930
  4. El hombre que sabía demasiado     1934
  5. 39 escalones                                   1935
  6. Alarma en el expreso                      1938
  7. La posada de Jamaica                    1939
  8. Rebeca                                           1940                 Franz Waxman
  9. Enviado especial                             1940                 Alfred Newman
  10. Mr. & Mrs. Smith                           1941                 Edward Ward
  11. Sospecha                                        1941                 Bernard Herrmann
  12. Sabotaje                                         1942                
  13. La sombra de una duda                  1943                 Dimitri Tiomkin
  14. Náufragos                                      1944                 Hugo Friedhofer
  15. Recuerda                                        1945                 Miklós Rózsa
  16. Encadenados                                 1946                 Roy Webb
  17. La soga                                           1948                 Leo F. Forbstein
  18. Atormentada                                  1949                 Richard Addinsell
  19. Extraños en un tren                        1951                 Dimitri Tiomkin
  20. Yo confieso                                     1953                 Dimitri Tiomkin
  21. Crimen perfecto                              1954                 Dimitri Tiomkin
  22. La ventana indiscreta                     1954                 Franz Waxman
  23. Alfred Hitchcock Presents
  24. Atrapa a un ladrón                         1955                 Lyn Murray
  25. Pero… ¿quién mató a Harry?          1955                 Bernard Herrmann
  26. El hombre que sabía demasiado     1956                 Bernard Herrmann
  27. Falso culpable                                1956                 Bernard Herrmann
  28. Vértigo, de entre los muertos          1958                 Bernard Herrmann
  29. Con la muerte en los talones           1959                 Bernard Herrmann
  30. Psicosis                                          1960                 Bernard Herrmann
  31. Los pájaros                                     1963                 Bernard Herrmann
  32. Marnie, la ladrona                         1964                 Bernard Herrmann
  33. Cortina rasgada                             1966                 John Addison
  34. Topaz                                             1969                 Maurice Jarre
  35. Frenesí                                           1972                 Ron Goodwin
  36.  La trama                                       1976                 John Williams

4.8. Arte y política: realismo y compromiso

El entusiasmo revolucionario de la vanguardia rusa fue breve, pues pronto fue desplazada por una corriente oficialista de carácter académico que se impuso en la URSS hasta su disolución, pues el Estado reprochaba a la vanguardia su carácter hermético y sin contenido ideológico explícito. Se acabó por tanto con todas las agrupaciones artísticas independientes en 1932, mientras que los artistas figurativistas y los más reaccionarios frente a la vanguardia encontraron campo para sus anhelos artísticos.

Al hablar de Realismo es necesario establecer una serie de matizaciones, puesto que los realismos del siglo XX relacionados con la política no hacen referencia a ninguna tendencia concreta, sino tan sólo al desarrollo de un arte comprometido con la política. Es así como el Realismo social soviético comporta una temática comunista, aunque los lenguajes artísticos sean variados, siendo el elemento común el figurativismo radical puesto al servicio del poder.

En Alemania el régimen nazi se obsesionó para controlar la producción artística y eliminar el arte de vanguardia, que consideraba degenerado (Entartete Kunst), y sobre el que se realizó una exposición en 1937 en Múnich. Las realizaciones promovidas o consentidas por el Estado nacionalsocialista partían de un realismo u un naturalismo cuyos temas en muchos casos (salvo aquellos en los que se hacía explícita una afirmación política) podrían ser considerados propios de un realismo social basado en la exaltación academicista de un costumbrismo trasnochado.

No obstante, esta apropiación del arte por los regímenes totalitarios no quiere decir que toda relación del arte con la política supusiera un comportamiento antimoderno. Por ejemplo, la pintura de Ben Shan integra la crítica a la realidad social en la modernidad y la libertad artística, como hizo en los gouaches sobre el caso Sacco y Vanzetti.

Un caso en el que la pintura se pone al servicio de una revolución desde la dimensión personal de unos artistas adscritos a la modernidad es el de los muralistas mexicanos, pues, aunque su labor fue promovida desde el poder, no fue en modo alguno impuesta.

Diego Rivera fue el primer pintor moderno que ejecutó murales en México de carácter social y dentro de las pautas de la modernidad. Tras haber estado en Madrid y en París, realizó en 1922 el mural sobre la Creaciónen el Anfiteatro Bolívar, donde usa ya una pintura autóctona desentendida de las modas, de las tendencias modernas y de las tradiciones académicas. Su pintura respondía a un criterio revolucionario. Utilizó formas sencillas y simplificadas que parecen derivar de un primitivismo indígena, cuya máxime representante, aunque siguiendo una trayectoria diferente, fue su mujer Frida Kahlo.

Como hiciera Rivera, José Clemente Orozco orientó también su actividad como pintor a la formulación de una pintura auténticamente mexicana, realizando una importante labor como muralista. El muralismo mexicano tenía una justificación como arte didáctico y como lenguaje de la revolución, pues era un medio de explicarla y dar a conocer sus logros y postulados. En este sentido, Orozco seguía a ciertos ilustrados mexicanos del siglo XIX y también una tradición anterior en la que el mural fue utilizado como medio de comunicación: la importante pintura mural mexicana de la época colonial usada para cristianizar a la población mexicana.

Por su parte, frente a las anteriores obras, Siqueiros aportó al muralismo una concepción monumental y profundamente expresiva. Su realismo comporta el desarrollo del espíritu revolucionario planteado desde un lenguaje conmovedor y de gran expresividad que desarrolló tanto en sus murales como en las obras de caballete. Su primer mural Los Elementos, realizado en 1922 en la Escuela Nacional Preparatoria de México, se halla en sintonía con los frescos iniciales de Orozco. Siqueiros concibe sus obras con un barroquismo exacerbado como forma de acentuar el carácter épico de sus composiciones, lo cual no impide que sus obras posean siempre un claro acento de modernidad, muchas de cuyas formas proceden de una asimilación de las tendencias de vanguardia europeas. ty51 \lsdloc

4.7. El Constructivismo ruso.

A la par de la labor de Malevich se fue gestando una nueva tendencia que irrumpiría ya en 1917.

El Constructivismo, que tenía su base en la labor de Tatlin que creía que el arte tenía como como principal propósito un fin social y utilitario.

El constructivismo derivaba de las realizaciones de Tatlin, cuyos primeros relieves tridimensionales habían sido expuestos en 1914.

Tatlin afirmaba que la orientación de la vanguardia rusa debía discurrir por el camino de la construcción.

La revolución rusa de 1917 identificó la vanguardia artística y la vanguardia política.

Sin embargo, la duración del constructivismo fue de poco más de 10 años.

Tatlin afirmaba que el artista debía conocer sus materiales y utilizar sus habilidades para la sociedad antes que para él mismo.

Sus primeras obras mostraban una influencia de Cézanne y del primitivismo de Larionov.

Viajó a París y conoció los relieves en madera de Picasso y la escultura futurista.

Los primeros relieves pintados de Tatlin realizados poco después con la denominación de “Construcciones en relieve”, presentaban un nivel de abstracción superior a los de Picasso.

Su “Relieve” (1914), lamentablemente hoy destruido fue realizado mediante el ensamblaje de desechos procedentes de la basura: tablas de madera, cristales rotos o una lata de metal

La obra que mejor pone de manifiesto el espíritu de integración del arte en la revolución es el Monumento a la Tercera Internacional (1920).

Lo proyectó como un monumento a la revolución y sólo se llegó a hacer una maqueta.

El proyecto nos presenta una torre de metal en forma de espiral abierta con la que Tatlin aspiraba a superar a la Torre Eiffel.

La torre contenía en un eje inclinado tres habitaciones destinadas a uso legislativos y científicos, que giraban sobre sí mismas dando una vuelta completa una vez al año, una vez al mes o una vez al día respectivamente.

El artista describió la obra como una “unión de formas puramente artísticas (pintura, escultura y arquitectura) con fines utilitarios”, indicando que la consideraba una obra tanto de escultura como de arquitectura.

El Monumento a la Tercera Internacional muestra una identidad entre dos aspectos definidores del progreso: por una parte, la relación con la abstracción y por otra, con la tecnología como referencia del progreso.

Se trata de una obra que presenta una clara sintonía con obras de ingeniería en las que el hierro se utiliza a través de una articulación construida de piezas.

El Constructivismo rompe con las técnicas tradicionales de la escultura, el modelado y el esculpido.

Se basa en la articulación de piezas y, por su carácter abstracto, en la eliminación de loas referencias tradicionales de la escultura.

En estas piezas implantadas en el espacio no hay delante ni detrás, sino que toda la pieza está formada por una conjunción de partes en la que no existe una jerarquía ni orden para su percepción.

Por lo tanto, la contemplación de la obra determina que ésta sea válida desde todo el entorno, creando una infinitud de puntos de vista y trasmitiendo un dinamismo a la escultura.

El espacio en el que se sitúa la obra se transforma y se hace dependiente de ésta, introduciendo una nueva idea del movimiento completamente distinto de la descomposición dinámica del futurismo.

Influido por Malevich, Alexander Rodchenko pinta Negro sobre negro (1918) que supone un reto al Suprematismo al incorporar formas curvas.

Sus obras más destacadas son sus dibujos abstractos a pluma y tinta.

Uno de los artistas más entusiastas del Suprematismo y el Constructivismo fue El Lissitzky.

En 1919 pintó, influido por Malevich, su primer “Proun” título que dio a muchas de sus pinturas abstractas y que hacía referencia a su voluntad de llevar a cabo un nuevo arte.

Al convertir los cuadrados y planos en imágenes tridimensionales creó pinturas con un marcado carácter arquitectónico.

Los hermanos Anton Pevsner y Naum Gabo planteaban de forma coherente en su Manifiesto realista una nueva idea del dinamismo en la obra de arte acorde con la nueva época y que debía integrarse en el espacio urbano y acompañar al hombre allí donde transcurre su vida cotidiana.

Es por ello que este concepto de arte no recurrió a la anécdota, eliminando la masa y el volumen compacto de la escultura e introduciendo en el espacio objetos construidos.

Las investigaciones de Naum Gabo sobre el movimiento cinético dieron lugar a una serie de obras como “Construcción cinética” (1920), en la que una varilla metálica que vibra por medio de un motor creaba movimientos oscilantes virtuales.

El aspecto más importante fue la afirmación de que las obras de arte son objetos reales, ahí la denominación del manifiesto.

Este concepto de arte proponía unas posibilidades de actuación en el ámbito de la vida, de introducir el arte en la existencia, de humanizar la mecanización y de llegar a través de sus creaciones a toda la sociedad.

De ahí, su visión realista sin recurrir a la anécdota y a la representación, eliminando la masa y el volumen de la escultura e introduciendo en el espacio objetos construidos.

La idea del movimiento que también marcó a los futuristas tuvo un desarrollo nuevo, en el que se suprime toda referencia anecdótica.

Es la proyección en el espacio del objeto escultórico y la ruptura con el punto jerárquico preferente lo que creará una nueva relación dinámica entre el espacio y la escultura que será clave en el desarrollo de la escultura contemporánea.

Fruto de estos planteamientos será también la obra del estadounidense Calder, que destaca por sus esculturas móviles como Cuatro hojas y tres pétalos. \lsdloc

4.6. La abstracción rusa. Malevich y el Suprematismo.

 

El desarrollo de la abstracción discurrió por cauces estrictamente formales y lejos de problemas políticos e ideológicos, porque en Rusia tras la Revolución de Octubre se produjo una identificación entre vanguardia artística y política, ya que el interés por construir una sociedad nueva casó con el interés por crear un arte al margen de la tradición.

Sin embargo, el proceso no arrancó de cero, pues, aunque a comienzos del siglo XX nada hacía presagiar que Rusia potenciase un arte de vanguardia radical, hacia 1909 algunos artistas como Mijaíl Larionov y Natalia Goncharova daban un giro decisivo a su producción e iniciaban el paso hacia el Rayonismo.

Se trataba de una tendencia basada en el juego expresivo de líneas, que era una síntesis del Cubismo, el Futurismo y el Orfismo.

A esto se unió su admiración por la antigua pintura rusa de iconos, los bordados campesinos, los grabados en madera y los esmaltes rusos.

En 1913 Mijaíl Larionov lanzó un nuevo movimiento bajo el nombre de Rayonismo, porque sus composiciones estaban construidas a base de rayos de luz que parecían partir de superficies invisibles, que se cruzaban y se disolvían en motivos de continuo cambio.

El Rayonismo bebió del Cubismo en cuanto la estructura de sus pinturas y del Futurismo en su sentido de movimiento dinámico, pero dio lugar a obras completamente abstractas.

Paralelamente en esos años tuvo un papel decisivo en la vanguardia rusa la actividad de Malevich.

Sus comienzos artísticos transcurrieron paralelamente a las iniciativas de Larionov y Goncharova, pues participó en algunas de sus exposiciones.

Malevich presentó obras que describió como “cubo-futuristas”, en las que los temas campesinos aparecían tratados como construcciones de figuras macizas realizadas a base de formas cilíndricas y los paisajes del fondo se rompían en secuencias de pequeños planos angulosos.

Podemos ver elementos cubistas y futuristas en El afilador de cuchillos (1912), una obra que parece anunciar la de Léger, pero en la que los fragmentos de la figura repetidos mecánicamente con los que representa el movimiento nos remiten al futurismo.

Sin embargo, los elementos futuristas desaparecieron muy pronto de su obra.

 Malevich afirmaba que había pasado del “Cubismo al Suprematismo” y que había pintado el primer elemento suprematista, un cuadrado negro sobre un fondo cuadrado blanco, tal como rezaba el folleto que adjuntó a la exposición de sus primeras obras abstractas en 1915, con las que pretendía redescubrir el arte puro, el cual, a lo largo del tiempo, había quedado oscurecido por una acumulación de cosas.

Su Cuadrado negro sobre un fondo blancoes una demostración, por tanto, del carácter simplificado de la geometría y de la pintura suprematistas.

Malevich creía que el mundo exterior no era de utilidad para el artista.

La pintura era el arte de descubrir analogías visuales para los valores de la conciencia, incluyendo las experiencias tanto conscientes como inconscientes, el único medio en que el sentimiento puede ser conocido y vuelto a experimentar.

Por Suprematismo entendía “la supremacía del sentimiento del arte creador”, y la mejor manera de representarla era por medio del cuadrado, el elemento artístico más elemental, fundamental y, por tanto, supremo.

Malevich no se quedó en el cuadrado, desde finales de 1916 utilizó formas y líneas curvas, introduciendo efectos de tercera dimensión cuando realizo planos inclinados cuyos límites se confundían con el fondo.

Al mismo tiempo, introdujo nuevos colores junto al negro, rojo, gris y blanco, añadiendo nuevos matices y mezclas.

En sus “Composiciones suprematistas”, los grupos de elementos geométricos grandes y pequeños establecen distintas relaciones al tiempo que parecen flotar sobre el fondo blanco.

En 1919 Malevich vuelve al Suprematismo más puro con Cuadrado blanco sobre fondo blanco, obra con la que su abstracción llega a una esencialidad límite y extrema.

Es así como la pintura de Malevich constituye una de las aportaciones más importantes en el inicio y la definición de la abstracción geométrica.

Sus obras se anticiparon a la mayoría de las realizaciones de los pintores que por entonces iniciaban su camino de la abstracción

Su Suprematismo establecía las bases para la formulación de un nuevo proyecto de un mundo en equilibrio y sin contradicciones del que arrancarán los constructivistas.

4.5. De Stjil en los Países Bajos. Piet Mondrian y el Neoplasticismo.

En Holanda se produjo una búsqueda colectiva de un nuevo estilo para cada aspecto de la vida cotidiana.

De todos los movimientos del siglo XX De Stjil quizás sea el más doctrinario y el menos accesible, pero fue uno de los que más influencia ejerció en la arquitectura, pintura y escultura modernas.

Entre 1911 y 1914 Piet Mondrian estuvo en París conociendo de primera mano el Cubismo analítico, lo que le llevo a reducir su gama de colores y sustituir las líneas curvas por rectas, limitando la dirección de los planos a la superficie bidimensional del lienzo.

Para cuando regresó a Holanda ya había realizado un grupo de obras en las que los planos inclinados y entrecruzados del primer Cubismo habían sido aislados y dispuestos en otro orden, apareciendo perfilados por líneas oscuras.

En Composición oval (193-1914) la organización de planos se realiza mediante ejes verticales y horizontales y vemos una decoloración progresiva de los planos de color azul, lavanda y ocre que fue tan característica del primer Cubismo, además de las líneas oscuras que delimitan esos rectángulos irregulares.

Tras su trayectoria inicial, en 1915 Mondrian entró en contacto con Theo van Doesburg, con quien creó el movimiento De Stijl.

Los elementos básicos son el cuadrado y su extensión tridimensional, el cubo, que proceden de la intersección de dos fuerzas primarias de dirección expresadas por medio de líneas verticales y horizontales que se unen en ángulo recto.

El color queda restringido a los tres primarios, rojo, amarillo y azul, además del blanco y el negro en una búsqueda de la belleza plástica pura.

A pesar de que sus teorías se ejemplifican a la perfección en la obra de Piet Mondrian, Theo van Doesburg se convirtió en la personalidad dominante del movimiento, que presentó como un estilo moderno que englobaría todas las artes.

El programa de De Stjil se hizo público en octubre de 1917 en el primer número de la revista del mismo nombre.

Otros artistas como Severini, Arp, Lissitzky o Brancusi formaron parte de él en otros periodos.

Theo van Doesburg llevó su mensaje a la Bauhaus de Weimar.

En 1923 se organizó la primera gran exposición de arquitectura de De Stjil en una galería de París.

Hasta 1920 la obra de Theo van Doesburg se desarrolla paralelamente a la de Piet Mondrian, hasta el punto de llegar a confundirse, pero después, por influencia del Constructivismo y el Suprematismo rusos, desplazó el eje de sus estructuras para conseguir más movimiento dando lugar a unos diseños que llamó “contra-posiciones”.

La obra de Piet Mondrian constituye el primer logro de la pintura geométrica no objetiva.

La obra de Mondrian es una especie de pintura arquitectónica que tuvo una clara proyección en determinadas orientaciones del Movimiento Moderno, pese a que el pintor jamás proyectase ningún plano.

Su pintura nace sin un fin utilitario, pues es una concepción ideal, una plástica pura fruto de un proceso de investigación de las combinaciones y juegos de la geometría.

El valor del color no es algo que exista en el propio color, sino en su dimensión. Los tonos alteran la significación de un color aplicado sobre un mismo rectángulo. Y también cambia según el lugar que ocupe en el cuadro.

Y es que la aparente simplicidad de los cuadros de Mondrian en realidad oculta composiciones profundamente meditadas que al situarse en un muro condicionan la estructura y visión de todo el entorno arquitectónico, fuerzan al espectador a establecer una geometrización y una ordenación del espacio circundante, logrando según el pintor hacer ese lugar más habitable.

Piet Mondrian creía que el deber del arte era el de expresar una visión clara de la realidad y que las particularidades de la forma oscurecían la realidad pura.

A partir de 1920 sus obras presentan muchos cuadrados y rectángulos combinados y líneas negras que a veces se detenían antes de los bordes, lo que parecía separar los rectángulos del fondo. El efecto de superposición en profundidad quedaba reforzado por la presencia de cuadrados de color gris que parecían estar delante de una superficie blanca.

A partir de 1925 la obra es una tinta plana absoluta sin referencia a textura, tonos o toques de pincel. Rectángulos, colores planos, una armadura que lo ordena todo; son medios esenciales y aparentemente simples.

Pero Pier Mondrian no parte de ellos, sino que ha llegado a ellos tras un meditado, paciente y lento proceso de investigación.

Mondrian introduce el pulso humano de una concepción metafísica de la vida a través de estos elementos simples y esenciales los cuales,  a pesar de su estricta racionalidad, transmiten un latido lírico en el entorno que nos rodea. ff

4.4. Arte abstracto en Francia. La aportación de Delaunay y Kupka.

Robert Delaunay (1885-1941)

Su paso de la figuración a la abstracción siguió un camino muy distinto al de Kandinsky.

Se inició en la pintura muy joven bajo la influencia de Gauguin, con una atracción por el color que le acompañará a lo largo de toda su vida.

Tampoco fue insensible a los ecos de Cezanne, que le llevarán a orientarse en un primer momento hacia el Cubismo.

Este paso no supone el abandono del color ni la adscripción estricta a los valores de las formas geométricas.

Obras como las de la serie de pinturas de la Torre Eiffel (1909-1911), muestran un Cubismo cromático y libre desde el que dará paso a sus obras abstractas realizadas a base de composiciones de ruedas de color como “Disco Simultáneo” (1912).

Delaunay partía de la descomposición del objeto y de la pintura como expresión de la simultaneidad.

Pero no es el objeto sobre lo que experimenta, sino sobre la descomposición de la luz.

Las obras realizadas entre 1911 y 1914 desarrollaron este principio que había ido gestando en los años inmediatamente anteriores a la abstracción.

Entre 1908 y 1909 estudia las teorías de color de Chevreul, y comienza a preocuparse por el problema de la descomposición de la luz, por hallar una nueva realidad que le conducirá a una abstracción cromática y dinámica.

En este proceso tuvo una influencia importante su esposa Sonia Delaunay-Terk.

Sus obras abstractas serán cristalizaciones de luz y color en las que destaca la combinación armónica de formas dinámicas como en la serie de composiciones circulares donde reflejó la descomposición de la luz de la luna y el sol.

Frank Kupka (1871-1957)

         Este pintor checo se instaló en París en 1895.

         Participa activamente en la vida cultural de este tiempo y de ello nace el Salon de la Section d’Or.

         El intercambio de ideas dará nacimiento al Cubismo órfico de Delaunay, pero también a las experimentaciones bidimensionales de Kupka, sobre las propiedades rítmicas y armónicas de la línea, la forma y el color.

Su abstracción se orienta a lograr un efecto lírico sin abandonar el orden que logra con la combinación geométrica de las formas.

Su pintura abstracta irrumpió en el panorama de su tiempo sin tanteos, ensayos y sin las indecisiones propias de la práctica de un nuevo lenguaje.

Desde el principio fueron obras de gran complejidad plástica y de una coherencia y madurez que les proporciona el carácter de auténticas premoniciones del desarrollo de la abstracción en época posterior.

En los Discos de Newton (1912) Kupka pone de manifiesto su interés por las propiedades físicas del color, presentando un diseño a base de círculos que parecen penetrar unos en otros, y se dividen radialmente en todos los matices del espectro del color.

Su asociación con Delaunay se pone de manifiesto de la misma manera en Alrededor de un punto (1910-1915) donde a partir de un núcleo central en rojo, naranja, verde y amarillo, las elipses se expanden a lo largo de la superficie de la obra.

En otras obras como Colocación en verticales (1911-12) el color se dispone en franjas verticales en una imagen que se remite al linealismo del Art Noveau y el Jugenstil alemán.

4.3. Kandinsky y los inicios de la abstracción.

Los años que median entre 1910 (cuando Kandinsky crea su Primera acuarela abstracta) y 1914, (con el estallido de la primera guerra mundial) fueron decisivos para la abstracción.

La Primera acuarela abstracta (1910) de Kandinsky constituyó el primer ensayo de supresión de la representación.

Más que una obra de composición elaborada, la pintura surgió como una suma de toques de pintura de carácter expresivo que sigue un proceso técnico existente en la trayectoria emprendida por el pintor en sus obras figurativas inmediatamente anteriores.

Kandinsky descubrió que las formas coloreadas tenían unas propiedades expresivas propias, más allá de su relación o falta de relación con los objetos del mundo fenoménico.

Esto le confirmó su convicción de que la tarea del artista era representar la realidad de la experiencia espiritual antes que la experiencia sensible.

Kandinsky realizó una importante labor teórica estuvo presente en el proceso, por lo que no es de extrañar que en 1911 publicara De lo espiritual en el arte, inmediatamente después de su primera obra abstracta.

Para Kandinsky cada forma tenía su significado, aunque sus interpretaciones podían variar.

Incluso al definir las propiedades expresivas del color, reconocía que ninguna evidencia empírica podía probar que los valores que les asignaba podían ser válidos para otro espectador.

En la pintura de Kandinsky el paso de la figuración a la abstracción siguió un proceso lógico.

Algunas obras como Boceto para composición II. (1909), poseen ya la expresividad dinámica de sus primeras obras abstractas reduciendo la figuración a referencias esquemáticas puramente pictóricas.

Son obras de una etapa en la que Kandinsky concibe la abstracción como una expresión de manchas, líneas y colores que responden a una “necesidad interior” desvinculada de cualquier relación con la realidad exterior.

En 1914 se traslada a Moscú y ejerce como profesor de la Escuela de Arte, lo que merma el tiempo dedicado a la pintura.

En 1921 regresa a Alemania y se incorpora a la enseñanza en la Bauhaus de Weimar dirigida por Walter Gropius.

Experimenta un cambio notable en su pintura.

El carácter colorista, dramático e imprevisto de sus composiciones anteriores da paso a composiciones ordenadas de un modo más geométrico.

Kandinsky había coincidido en Moscú con los suprematistas y constructivistas y había publicado algunas de sus ideas sobre los valores expresivos de las figuras geométricas fundamentales.

Como vemos en Composición VII (1923)Kandinsky desarrolla una abstracción en sintonía con las propuestas del movimiento moderno de la arquitectura y con las orientaciones racionalistas del diseño, ofreciéndonos un intento de ordenación de la expresividad anterior.

Esta nueva orientación se traslada al punto de vista teórico en uno de sus tratados más importantes Punto y línea en el plano (1926).

En él analiza el desarrollo progresivo de la composición no objetiva, comenzando con un solo punto que, al moverse, crea una línea que se mueve hasta formar a su vez un plano en la superficie del cuadro.

Cuando se fuerza a los distintos elementos a obedecer las leyes de su “naturaleza interior”, pueden ser dispuestos en una composición “que no es otra que una exacta y dócil organización de fuerzas vitales que, bajo la forma de tensiones, están encerradas en los elementos”.

De esta manera, el contenido de una obra de arte “encuentra su expresión en la composición: es decir en la suma de tensiones internamente organizadas para la obra”.

4.2. Paul Klee (1879-1940)

Cuando la abstracción se convirtió en un fenómeno generalizado, muchos pintores se decantaron por el arte abstracto desde sus primeras obras, aunque existen casos como el de Paul Klee que compaginó el arte figurativo con el abstracto.

Este pintor tuvo una preocupación teórica y desarrolló una pintura personal independiente de corrientes y tendencias, aunque estando siempre en el ámbito de la modernidad y la vanguardia.

Su presencia en la Bahaus durante diez años hizo que aumentase su prestigio como centro de experimentación de pintura y diseño industrial.

Sus obras serán reproducidas en el almanaque Der Blaue Reiter y participó en la exposición del grupo de 1912.

         Compartió el entusiasmo de Marc y Kandinsky por el arte primitivo, la pintura folclórica y los dibujos de niños.

Veía en ellos lo que siempre había buscado en su obra, estructuras formales el nivel cultural más elemental que fueran libres de toda convención establecida.

Fue plenamente consciente de las diferencias que separaban la abstracción de la figuración.

Su actitud consistió siempre en situarse ante el arte con una mentalidad ajena a la historia del arte.

Logra establecer una ruptura con los límites que separan:

  • lógica y fantasía
  • la ficción de lo real
  • la dicotomía entre forma y color
  • los principios de objetividad y subjetividad.

En 1912 visita París y conoce la obra de Delaunay, entre las cuales estaba “Las ventanas” y su red de pequeños cuadros y rectángulos de colores. Con su viaje a Túnez en 1914 comprende que el color es la suprema realidad pictórica. Las primeras obras que reflejan estas influencias las realiza utilizando rejillas o pequeños cuadrados de Delaunay.

En muchas de sus obras posteriores a 1914 puede verse claramente la superposición e interpretación de planos del espacio cubista.

Durante los años de la Bauhaus (1921-1930) pueden observarse dos direcciones en la obra de Klee.

Por un lado, hay muchas obras en las que parece seguir los principios de orden pictórico: una línea que sirve para crear un espacio multidimensional, o la línea y el color que sirven para sugerir el movimiento, o las capas superpuestas de color que crean nuevas arquitecturas.

Pero en otros casos, el orden lógico de la arquitectura o la geometría se disuelve en presencia de imágenes fantásticas y misteriosas.

Klee pretendía llevar la imagen y la actividad del artista a un mundo prelógico y liberado de la cultura tradicional.

Así, cuando pinta unos monigotes como La montaña del gato sagrado (1923), o cuadrados mágicos de color como Harmonía en azul = naranja (1929), se sitúa tanto en el campo figurativo como en el de la abstracción, en una posición previa a la aparición de la cultura que ha condicionado nuestra actividad durante siglos.

Algunas obras son mágicamente imaginativas y con gran sentido del humor, mientras otras tienen connotaciones dolorosas que anticipan los acontecimientos que habrían de precipitarse en Alemania.

Su deseo era crear un arte que no representa lo visible, sino que hace visible lo que no siempre lo es.

Las imágenes de Klee se descomponen y se recomponen y combinan de acuerdo con nexos ilógicos y asintácticos pero muestran vitalidad y sensibilidad, estructurando la imagen en base a la ley óptica de los contrastes simultáneos. d

4.1. Abstracción y Figuración

Una figura o escultura abstractas son aquellas en las que no existe ningún elemento que pueda ser una representación o alusión figurativa de la realidad.

En sentido estricto, siguiendo las palabras de Seuphor “debe llamarse abstracta a la pintura en la que no podemos reconocer nada de la realidad objetiva que constituye el medio normal de nuestra vida; en otros términos, es abstracta una pintura cuando nos fuerza por ausencia de toda otra realidad sensible, a encararla como una pintura en sí, a juzgarla de acuerdo con sus valores extrínsecos a toda representación o a todo recuerdo de representación. De ahí se sigue que una trasposición de la naturaleza, aún muy extremada continúa siendo figurativa; pero igualmente se sigue que una trasposición llevada al punto de que nada permita en la obra descubrir el asunto naturalista inicial, una trasposición, pues, que no deje a la vista nada de los transpuesto, merece ser llamada abstracción”.

De la misma manera, no será abstracta una obra de arte que parte de unos presupuestos figurativos para llegar a límites abstractos.

Los artistas que, alrededor de 1910, iniciaron la abstracción y comenzaron a entender poco a poco las ilimitadas posibilidades del diseño separado de la representación, (Kandinsky, Kupka, Delaunay o Mondrian) se formaron por tanto en el ámbito de la representación y tuvieron una primera etapa figurativa, por lo que las primeras composiciones abstractas muestran una clara relación con esos inicios.

La abstracción inicial de Kandinsky deriva de la exaltación del color al igual que sucede con los círculos de Delaunay íntimamente unidos a sus primeras obras figurativas influidas por el cubismo.

En el caso de Mondrian es más representativo: tras realizar obras de influencia postimpresionista pasó al Cubismo de Naturaleza muerta del bote del jengibre (1912), para pasar rápidamente a eliminar los últimos restos figurativos en obras como Composición oval (1914).

Si bien no puede establecerse con certeza el lugar exacto y fecha de creación del arte abstracto, ningún centro artístico activo en aquel momento permaneció al margen de estos descubrimientos.

Hay un Expresionismo abstracto en Múnich con Kandinsky y Franz Marc a partir de 1910, animados por Delaunay primer pintor abstracto francés.

Tras la primera Guerra Mundial, se produjo un desarrollo sostenido de la teoría y práctica abstractas por parte de distintos grupos en Rusia, Países Bajos y Alemania.

Por otro lado, parte de la confusión entre figurativismo y abstracción vino de los títulos que los artistas abstractos daban a sus obras, con los que irónicamente proporcionaban una pista falsa a un espectador que, engañado, trataba en vano de buscar una representación que no existe.

Esto no quiere decir que el arte abstracto dé la espalda a la realidad, pues su arte responde, en algunos casos como ningún otro, a una expresión del mundo en el que vive el artista: un cuadro de Pollock es un grito ante un mundo hostil, mientras que Mondrian exhibe una concepción del mundo ordenada y en equilibrio.

Ambas pinturas son abstractas. Ninguna de las dos representa lo real, sin embargo, muestra dos concepciones distintas del mundo, del individuo y de su actitud ante la realidad.

Así pues, cabe decir que casi existen tantas tendencias abstractas como artistas que las cultivan, pues sólo hay un elemento en común a todas ellas: la ausencia de representación. ocked0 List T

2.7. El Futurismo italiano: la rebeldía de lo veloz.

El Cubismo, supuso el punto de partida de otras corrientes como, por ejemplo, el Futurismo.

Esta tendencia, que se basa en la creencia y la fe ciega en el progreso, fue un movimiento dinámico, un arte basado en la captación y exaltación del movimiento y de la acción.

Sus principios están próximos a ideologías anárquicas e incluso en sus manifiestos permiten ver que el futurismo fue una tendencia plástica, pero con una profunda identidad política, ética y social.

El futurismo italiano surge en un marco de conservadurismo y es la primera vanguardia que alcanza el panorama artístico en un país con arraigadas tradiciones clasicistas.

Este movimiento irrumpe como una tendencia agresiva pues entre sus ideales figuraba la provocación y la agresividad derivadas del nuevo mito: el progreso.

Los futuristas surgieron en Italia con gran fuerza desarrollando una intensa actividad de propaganda a través de panfletos, mítines, performances etc. para dar a conocer sus pautas.

Traspasaba los usos artísticos habituales y se servía de formas propias de la acción política.

Se identificaba la vanguardia artística con la vanguardia política, por lo que además de movimiento pictórico logró un gran desarrollo en poesía, escultura o arquitectura.

Las actitudes radicales del Futurismo estaban en contradicción entre la teoría de sus planteamientos con su desarrollo real.

Los futuristas, proclamaban la destrucción del culto al pasado y de cualquier relación con la historia, pero sus realizaciones estuvieron sujetas a un concepto tradicional del cuadro.

En el “Manifiesto técnico de la pintura futurista”, publicado en 1910 y firmado por Humberto Boccioni, Carlo Carrá, Luigi Russolo, Giacomo Balla entre otros se muestra sus ataques al pasado y un lenguaje insultante pero carente de un método práctico.

La primera exposición que muestra obras futuristas, fue la Mostra d’Arte Libera de Milán en mayo de 1911; en ella se muestra obras como:

“La ciudad que se levanta” (1910, Museum of Modern Art, Nueva York) cuyo autor fue Umberto Boccioni,

“El funeral del anarquista Galli” (1910-1911) de Carlo Carrá

“La Revuelta” (1911) de Luigi Russolo en la que incorpora el principio futurista de las líneas de fuerza que confluyen en un punto.

“Todas las cosas se mueven, todo corre, todo cambia con rapidez…” Esta dinámica del movimiento se refleja en “El jinete Rojo” (1913) de Carlo Carrá.

Sin embargo, Carrá abandonará las ideas futuristas y se adentra en una pintura metafísica de hondo contenido onírico.

La característica primordial de los futuristas fue lograr, a través de la captación simultánea del movimiento, un nuevo sentido de la forma y la representación como se contemplar en “Dinamismo de un perro con correa” (1912, Museum of Modern Art, Nueva York) de Giacomo Balla. En ella, se plasma la visión múltiple de una figura en movimiento.

De todos los futuristas, fue Umberto Boccioni quién logró aplicar los principios futuristas no sólo en pintura sino también en escultura, cuya primera exposición fue celebrada en la Galería La Boétie de París en 1913, en la que presentó varias obras en las que la fragmentación pictórica bidimensional parecía trasladarse a interpretaciones tridimensionales de objetos sólidos.

Una de sus obras más importantes fue “Formas únicas de continuidad en el espacio” (1913, Galleria d’Arte Moderna, Milán), en la que el autor logra plasmar el dinamismo que solo podía representarse con movimiento, un tema al que le dedica cuatro figuras de las cuales esta es la única que se conserva.

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