En el periodo entre 1906-1907, Picasso muestra una inclinación hacia el arte negro e ibérico, que tuvo una influencia decisiva en la orientación que seguiría su pintura.
Aunque en algunos dibujos anteriores ya mostraba la influencia profunda de la escultura de las culturas primitivas, el cambio de color queda patente en obras como el “Retrato de Gertrude Stein” o “Autorretrato con paleta” ambos fechados en 1906.
En estas obras, muestra:
- una reducción de la intensidad el color,
- simplifica las formas y los volúmenes
- una clara influencia del arte ibérico.
Durante estos años, conoce la escultura negra en el Museo del Trocadero y colecciona piezas de arte ibérico.
Se siente también atraído por la cultura egipcia y las esculturas góticas del Museo de Cluny.
Su primera obra maestra “Las señoritas de Aviñón” (1907, Museum of Modern Art, Nueva York), supone una ruptura, consciente y coherente, con el sistema de representación perspectiva que se utilizaba desde el Renacimiento como soporte y método insustituible de la pintura occidental.
En ella establece las pautas que representarán el Cubismo.
Picasso planteaba la idea de que el clasicismo no era un lenguaje agotado, ahora bien, era preciso hacer una nueva revisión y valoración de los modelos antiguos de una manera amplia y sin condicionantes previos.
Para Picasso, experimentar con la forma significaba mirar al pasado, pero libremente sin preferencias academicistas.
En la composición de “Las señoritas de Aviñón”, el autor pudo inspirarse en modelos de la Historia como “El baño turco” de Ingres, o la “Visión de San Juan” de El Greco y al mismo tiempo para los rostros se basaba en el arte primitivo.
Las dos cabezas de las figuras centrales se inspiran en modelos de la escultura ibérica, la figura de la izquierda lo hace de la escultura egipcia, en cambio la de la derecha aparece como una interpretación libre de modelos del arte negro.
Con esta obra, Picasso decidió experimentar resultando de una acentuada ambigüedad por la pluralidad de fuentes y modelos y la renuncia al sistema de representación clásico.
El artista distorsiona la representación de la perspectiva monofocal e introduce la simultaneidad en la visión, proporcionando a la pintura una fundamental autonomía de la forma, liberando el cuadro de las limitaciones de la representación tradicional.
El cuadro supuso una verdadera conmoción en los pequeños círculos artísticos que la conocieron, solamente un joven coleccionista, Kahnweiler comprende el genio de la obra, que se convertirá en un símbolo del arte moderno.
Sin embargo, no se trata de una pintura cubista estrictamente hablando ya que los cubistas decían que su arte era realista y, en la medida en que el Cubismo implicaba una reinterpretación imparcial y objetiva del mundo externo, también se trataba, en cierto modo, de un arte clásico. Por el contrario “Las señoritas de Aviñón” provocan una primera impresión de violencia y desasosiego. De hecho, la ferocidad de las dos figuras del lado derecho de la pintura, acentuada por la ausencia de expresividad en los rostros de sus compañeras, podría justificar su clasificación como una de las producciones más pasionales del expresionismo del siglo XX.
Sin duda alguna la pintura marca un punto de inflexión en la carrera de Picasso y, sobre todo, el comienzo de una nueva fase en la historia del arte.
Muchos de los problemas con los que Picasso y Braque se enfrentaron en su creación del estilo cubista, aparecen aquí por primera vez, quizá abordados de una manera muy tosca, pero planteados con claridad.
Una simple mirada es suficiente para descubrir que Picasso cambió varias veces de opinión a medida que trabajaba el lienzo.
La obra no fue hecha con el propósito de procurar placer ya que se trata de una escena angular, severa y áspera. El encanto y la melancolía de muchas de las primeras obras de Picasso ha sido deliberadamente suprimido y la actitud de las modelos es conscientemente perturbadora. Física y erótica, pero salvaje y, al mismo tiempo, atractiva y repelente.
Picasso no sólo estaba intentando producir imágenes de un peso y volumen prácticamente sin precedentes, sino que también comenzaba asentirse insatisfecho con la idea de contemplar los motivos desde un punto de vista único e inmóvil.