Si el Fauvismo irrumpía como tendencia en 1905, dos años después varios de sus miembros lo abandonaban para pasar a llevar a cabo otras búsquedas, siendo Henry Matisse el que desarrolló una concepción más personal de la pintura tras llevar los principios fauvistas a su límite.
Matisse hizo una llamada al orden y la claridad que deben estar presentes tanto en la mente como en las obras del pintor.
Matisse había realizado previamente una serie de pinturas con temas clásicos que habían tenido una especial valoración, caso de su Luxe, calme et voluptuosité(1904).
En 1907 realiza las dos versiones de Le luxe.
Le Luxe I presenta bordes ásperos, ausencia de contornos y colores brillantes y modulados.
En Le Luxe II, los turquesas, cobres y rosas se reducen a unos pocos tonos aplicados en superficies lisas y los contornos están más resaltados. Resulta sorprendente la manera de expresar tanto volumen con pocas líneas y planos de color.
Con estas dos obras Matisse cierra su etapa fauve: destruye la perspectiva y el modelado y reduce el espacio al mínimo.
Matisse realiza estas y otras obras con un tema clásico que había tenido una especial valoración en la pintura de finales del siglo XIX, como es el tema de los bañistas.
Matisse no perseguía ya la recuperación de un tema académico, sino la idea de que el Clasicismo no era un lenguaje agotado sino un concepto que puede aportar estabilidad y permanencia a la pintura sin renunciar al principio de modernidad. La vanguardia puede ser clásica y lo clásico puede convertirse en una expresión de la vanguardia.
En Le Luxe I Matisse no abandona el color, pero introduce una atención hacia la forma como recurso clásico de equilibrio en sintonía con la exaltación cromática.
Acaso una de las obras en las que mejor se puede apreciar esta síntesis es en La Danzao en Bodegón con La Danza(ambas de 1909), que muestran un escenario casi plano de colores uniformes que convierte los objetos en componentes de una superficie cromática uniforme: el cuadro dentro del cuadro, el ornato del mantel y del papel pintado en la pared, la figura, el frutero, el bol, las frutas caídas en la mesa, las pequeñas bombonas o la silla.
El cuadro se aleja de la idea de una representación desentendida de los efectos producidos por las sensaciones que le transmite la realidad y que el artista capta y traduce en pintura.
Muy al contrario, es un cuadro en el que lo conceptual impera sobre la captación inmediata o instantánea de lo real.
Se trata de una ordenación del color y de la expresividad que sustituye el impacto de la sensación inmediata por una imagen en la que se concentra una acumulación de sensaciones circunscritas a un sentido del orden, para Matisse la pasión debe circunscribirse al orden compositivo, donde él cree que reside la expresividad.
Para Matisse la composición es el arte de combinar de manera decorativa los diversos elementos con los que el pintor cuenta para expresar sus sentimientos. En un cuadro, cada parte será visible y jugará el papel que le corresponda, principal o secundario. Todo lo que no tenga utilidad en el cuadro será, por eso mismo, nocivo. La obra comporta una armonía de conjunto: todo detalle superfluo ocupará, en el espíritu contemplador, el lugar de otro detalle esencial.
Igualmente, Matisse se alejaba de la concepción sensorial de la pintura para establecer una representación de la idea de acumulación de sensaciones. Mesa servida(1908, también conocida como Armonía en rojo) es un ejemplo de este proceso, donde la pared y la mesa tienen el mismo color y la misma ornamentación, de manera que el espacio se articula como un plano de color en el que la particularidad de cada una de las partes del escenario se confunde en la representación de las diversas sensaciones acumuladas.
A esto se debe el efecto y la idea de permanencia que se desprende de las obras de Matisse como pinturas de vanguardia en la que subyace un intenso trasfondo de la idea de perennidad clásica.
Matisse renuncia a la tradición impresionista y postimpresionista de sus primeras figuras fauvistas, a la captación de la sensación fugaz y a su traducción en una superficie fragmentada de colores a la manera de un mosaico. La sensación es traducida a un concepto y el cuadro a la plasmación de una acumulación de sensaciones.
Pero en contraposición a esto, como algo propio de la complejidad y diversidad de la vanguardia, unos días después de que Matisse publicase sus Notas de un pintor en 1909 Marinetti lanzaba el Primer manifiesto del futurismo, que planteaba una radical oposición a lo afirmado por Matisse: el mito de la violencia y la velocidad, del vanguardismo y de la negación sacrílega de toda mirada al pasado había hecho su aparición. orful;\lsdprior