A la par de la labor de Malevich se fue gestando una nueva tendencia que irrumpiría ya en 1917.
El Constructivismo, que tenía su base en la labor de Tatlin que creía que el arte tenía como como principal propósito un fin social y utilitario.
El constructivismo derivaba de las realizaciones de Tatlin, cuyos primeros relieves tridimensionales habían sido expuestos en 1914.
Tatlin afirmaba que la orientación de la vanguardia rusa debía discurrir por el camino de la construcción.
La revolución rusa de 1917 identificó la vanguardia artística y la vanguardia política.
Sin embargo, la duración del constructivismo fue de poco más de 10 años.
Tatlin afirmaba que el artista debía conocer sus materiales y utilizar sus habilidades para la sociedad antes que para él mismo.
Sus primeras obras mostraban una influencia de Cézanne y del primitivismo de Larionov.
Viajó a París y conoció los relieves en madera de Picasso y la escultura futurista.
Los primeros relieves pintados de Tatlin realizados poco después con la denominación de “Construcciones en relieve”, presentaban un nivel de abstracción superior a los de Picasso.
Su “Relieve” (1914), lamentablemente hoy destruido fue realizado mediante el ensamblaje de desechos procedentes de la basura: tablas de madera, cristales rotos o una lata de metal
La obra que mejor pone de manifiesto el espíritu de integración del arte en la revolución es el Monumento a la Tercera Internacional (1920).
Lo proyectó como un monumento a la revolución y sólo se llegó a hacer una maqueta.
El proyecto nos presenta una torre de metal en forma de espiral abierta con la que Tatlin aspiraba a superar a la Torre Eiffel.
La torre contenía en un eje inclinado tres habitaciones destinadas a uso legislativos y científicos, que giraban sobre sí mismas dando una vuelta completa una vez al año, una vez al mes o una vez al día respectivamente.
El artista describió la obra como una “unión de formas puramente artísticas (pintura, escultura y arquitectura) con fines utilitarios”, indicando que la consideraba una obra tanto de escultura como de arquitectura.
El Monumento a la Tercera Internacional muestra una identidad entre dos aspectos definidores del progreso: por una parte, la relación con la abstracción y por otra, con la tecnología como referencia del progreso.
Se trata de una obra que presenta una clara sintonía con obras de ingeniería en las que el hierro se utiliza a través de una articulación construida de piezas.
El Constructivismo rompe con las técnicas tradicionales de la escultura, el modelado y el esculpido.
Se basa en la articulación de piezas y, por su carácter abstracto, en la eliminación de loas referencias tradicionales de la escultura.
En estas piezas implantadas en el espacio no hay delante ni detrás, sino que toda la pieza está formada por una conjunción de partes en la que no existe una jerarquía ni orden para su percepción.
Por lo tanto, la contemplación de la obra determina que ésta sea válida desde todo el entorno, creando una infinitud de puntos de vista y trasmitiendo un dinamismo a la escultura.
El espacio en el que se sitúa la obra se transforma y se hace dependiente de ésta, introduciendo una nueva idea del movimiento completamente distinto de la descomposición dinámica del futurismo.
Influido por Malevich, Alexander Rodchenko pinta Negro sobre negro (1918) que supone un reto al Suprematismo al incorporar formas curvas.
Sus obras más destacadas son sus dibujos abstractos a pluma y tinta.
Uno de los artistas más entusiastas del Suprematismo y el Constructivismo fue El Lissitzky.
En 1919 pintó, influido por Malevich, su primer “Proun” título que dio a muchas de sus pinturas abstractas y que hacía referencia a su voluntad de llevar a cabo un nuevo arte.
Al convertir los cuadrados y planos en imágenes tridimensionales creó pinturas con un marcado carácter arquitectónico.
Los hermanos Anton Pevsner y Naum Gabo planteaban de forma coherente en su Manifiesto realista una nueva idea del dinamismo en la obra de arte acorde con la nueva época y que debía integrarse en el espacio urbano y acompañar al hombre allí donde transcurre su vida cotidiana.
Es por ello que este concepto de arte no recurrió a la anécdota, eliminando la masa y el volumen compacto de la escultura e introduciendo en el espacio objetos construidos.
Las investigaciones de Naum Gabo sobre el movimiento cinético dieron lugar a una serie de obras como “Construcción cinética” (1920), en la que una varilla metálica que vibra por medio de un motor creaba movimientos oscilantes virtuales.
El aspecto más importante fue la afirmación de que las obras de arte son objetos reales, ahí la denominación del manifiesto.
Este concepto de arte proponía unas posibilidades de actuación en el ámbito de la vida, de introducir el arte en la existencia, de humanizar la mecanización y de llegar a través de sus creaciones a toda la sociedad.
De ahí, su visión realista sin recurrir a la anécdota y a la representación, eliminando la masa y el volumen de la escultura e introduciendo en el espacio objetos construidos.
La idea del movimiento que también marcó a los futuristas tuvo un desarrollo nuevo, en el que se suprime toda referencia anecdótica.
Es la proyección en el espacio del objeto escultórico y la ruptura con el punto jerárquico preferente lo que creará una nueva relación dinámica entre el espacio y la escultura que será clave en el desarrollo de la escultura contemporánea.
Fruto de estos planteamientos será también la obra del estadounidense Calder, que destaca por sus esculturas móviles como Cuatro hojas y tres pétalos. \lsdloc