El Imperio napoleónico.
El Consulado.
El Imperio.
Las campañas napoleónicas.
El Bloqueo Continental.
La caída del Imperio.
El Imperio Napoleónico.
Napoleón Bonaparte (1769-1821), nacido en Córcega en el seno de una familia noble sin fortuna, se formó desde muy joven en la Escuela Militar de París.
Al iniciarse la Revolución era teniente del arma de artillería y pronto simpatizó con las ideas revolucionarias, luchando con tanto ardor que con sólo veintiocho años llegó a general.
Su figura militar se forjó en las guerras del
Directorio, en el verano de 1798 fue derrotado en el Mediterráneo por el
almirante Nelson, aunque logró huir de Egipto y desembarcar en el sur de
Francia.
1. EL CONSULADO.
El golpe de Estado del 18 de Brumario situó al frente del poder ejecutivo a tres cónsules: Bonaparte, Sieyès y Duchos.
El poder pronto pasó a las manos de Napoleón que ejercería como Primer Cónsul.
Mantuvo los cambios esenciales de la Revolución pero logrando la recuperación del orden público y la estabilidad social.
Reclutó una nueva administración para lo que contó tanto con personas del Antiguo Régimen como de la Revolución, para ello tuvo que apoyarse en una eficaz labor por parte de la policía.
Los tres Cónsules promulgaron una nueva Constitución llamada del Año VIII (1800) que reorganizó totalmente el país, recortando la soberanía popular y fortaleciendo el poder ejecutivo; Napoleón como Primer Cónsul tenía amplios poderes que iban más allá del poder ejecutivo, los otros dos cónsules quedaron relegados a funciones consultivas. Al contrario de las constituciones precedentes, la de 1800 carecía de una Declaración de derechos del hombre y también olvidó la división de poderes.
Durante los primeros años del Consulado se realizaron grandes avances administrativos, políticos y constitucionales; Napoleón cierra el período de rupturas traumáticas e inaugura una nueva etapa de estabilidad política y autoridad personal ilimitada que culminaría con su designación como cónsul vitalicio.
Aunque no era religioso vio en el catolicismo un apoyo necesario para su régimen y restableció la paz religiosa con el Papa Pío VII mediante la firma del Concordato con la Santa Sede de 1801.
El restablecimiento de la paz con el exterior tras las victorias de Marango y Hohendinden le supuso un fuerte apoyo popular, y culminarían con la paz de Amiens en 1802.
Ese mismo año Napoleón promulgó una nueva Constitución del Año X que reforzaba aún más su poder.
Pero su mayor contribución fue la organización administrativa de todo el territorio francés, se impuso la designación de cargos frente a la elección y un férreo control del gobierno sobre los administradores, de manera que Francia se convirtió en un Estado centralizado como no lo había sido nunca hasta entonces.
Logró restablecer la estabilidad económica garantizando el derecho a la propiedad y promoviendo la confianza de las personas que poseían riquezas; en cuanto al régimen financiero francés, en el año 1800 se creó el Banco de Francia y el franco como unidad monetaria.
Por último, en el aspecto social, sustituyó la pluralidad de legislaciones del Antiguo Régimen promulgando el Código Civil (1804) que confirmó la abolición de los privilegios, respetó los derechos adquiridos durante la Revolución y reforzó la familia y el derecho a la propiedad privada.
También promulgó el Código de Comercio y el Código
Penal, que aún hoy son considerados modelos.
2. EL IMPERIO.
La reanudación de la guerra contra Inglaterra en 1803 y el fracaso de un nuevo complot por parte de los realistas favorecieron que el Consulado se convirtiera en un régimen hereditario en el que la clase burguesa veía una garantía de estabilidad.
Se elaboró una nueva Constitución del Año XII que confiaba el poder de la República a un Emperador de los Franceses, Napoleón I; por un lado, se aseguraban los logros de la Revolución: libertad política y civil e igualdad de derechos y por otro el gobierno se decantaba claramente por una férrea autoridad.
El Emperador deseaba que el Papa Pío VII fuera a París a consagrarle, aunque fue al final fue el mismo Napoleón el que se coronó Emperador el 2 de diciembre del 1804 en una ceremonia de gran boato.
En el aspecto político, aunque en teoría se mantuvieran la soberanía nacional y el sufragio universal, quedó claro el principio de que el poder viene de arriba; el cuerpo legislativo vio como se reducía su papel, mientras las cámaras quedaron reducidas a un mero trámite que ratificaba las decisiones del emperador; los ministros también vieron reducidas sus atribuciones e incluso la justicia quedaba en manos de Napoleón.
Se crearon jurisdicciones especiales, se endurecieron las sanciones penales y a la vez se incrementaron los poderes de la policía; incluso en el verano de 1810 se restableció la censura.
Todas estas decisiones venían a reforzar un régimen autocrático y conferían al Emperador el control definitivo sobre la sociedad.
En el aspecto social Napoleón se rodeó de una nueva nobleza hereditaria, pero sin privilegios, que tuvo su base en el desempeño de una función al servicio del Imperio más que en la posesión de la tierra; a ella se sumó la antigua nobleza a la que concedió empleos y que conseguiría recuperar parte del patrimonio que había perdido por confiscaciones y ventas a lo largo del período revolucionario; a la vez se consolidó la adquisición de propiedades agrarias por parte de la alta burguesía, pero también se consolidaron otras fuentes de riqueza como la propiedad inmobiliaria y, sobre todo, el comercio, aunque éste se resintió en algunos momentos a causa de los permanentes conflictos bélicos.
En cuanto a las clases populares aumentó el número de obreros que sufrían interminables jornadas laborales, pero la ausencia de paro y la subida de los salarios propiciaron que surgiera entre ellos la admiración hacia el Emperador; por su parte el campesinado se benefició de unos precios agrícolas elevados y mejoró su alimentación; en general, mientras no pesaron demasiado el servicio militar y los impuestos indirectos, los años del Imperio napoleónico fueron felices para las clases más bajas de la sociedad francesa.
Napoleón consiguió mantener a sus generales apartados de la política a costa de cargarlos de honores y riquezas; elevó a la categoría de príncipes, duques o condes a mariscales y generales de sus ejércitos y también convirtió a sus propios hermanos en reyes.
Para
premiar los servicios prestados el Emperador instituyó la orden de la Legión
de Honor que dura hasta nuestros días y es la más alta condecoración de
Francia.
3. LAS CAMPAÑAS NAPOLEÓNICAS.
Las guerras entre la Europa monárquica y el Imperio francés se explican no sólo a causa de la expansión territorial sino por motivos ideológicos, ya que allí donde llegó el poder francés penetraron también los principios de 1789, tal como habían sido corregidos por el Imperio.
El instrumento de la conquista napoleónica fue el ejército imperial basado en el servicio militar obligatorio y en el que el ascenso se conseguía por el mérito personal.
Napoleón es una de las figuras más grandes de la historia militar; su forma de concebir la guerra suponía un cambio radical: frente a los ejércitos mercenarios, que luchan por dinero, utilizó el ejército nacional, constituido por ciudadanos que luchan por amor a su país.
La estrategia ofensiva de Napoleón difería de la que se había utilizado en los conflictos bélicos precedentes, al sustituir la guerra de posiciones y los movimientos lentos por la rapidez de las operaciones con la clara voluntad de aniquilar al enemigo.
Pero las campañas napoleónicas supusieron una enorme sangría de hombres que, aunque no fue suficiente para debilitar el poder demográfico sí propiciaría un clima de malestar social entre las clases populares.
La conquista de Europa por las tropas de Napoleón tuvo dos etapas.
En la primera de ellas el objetivo esencial fue Inglaterra; se proyectó el desembarco en las Islas Británicas pero el intento se frustró cuando, en 1805, el almirante Nelson destruyó la escuadra franco-española en la batalla de Trafalgar.
Sin embargo, por tierra sus triunfos fueron importantes: victoria de Austerlitz sobre Austria y la batalla de Jena que derrumbó al ejército prusiano.
Las operaciones militares se desarrollaron mientras Francia sufría la quiebra de muchos negocios y el paro, que se reflejó en la recesión de las exportaciones.
En el
año 1807 Napoleón firmó con el zar Alejandro I la paz de Tilsit,
por la que Rusia y Francia se repartían su influencia en Europa: la parte
oriental para el Zar y la occidental para el Emperador.
4. EL BLOQUEO CONTINENTAL.
En una segunda etapa de sus conquistas Napoleón se dirigió de nuevo a su objetivo fundamental que era Gran Bretaña, al no poder invadir Inglaterra decidió bloquearla económicamente cerrando Europa al comercio inglés, lo que le llevó a una nueva política de expansión en los Estados Pontificios, España y Portugal.
La principal preocupación de los ingleses se centró en conseguir llegar a ser autosuficientes, pero, aunque se implantaron todos los avances técnicos posibles a fin de conseguir un aumento de las cosechas, siguió necesitando importar trigo y azúcar.
El bloqueo continental perturbó gravemente la economía de Gran Bretaña, aumentando el paro obrero y provocando crisis crediticias, pero los problemas fueron mayores para la economía francesa cuya escasez de materias primas le obligó a buscar sucedáneos, la crisis resultante obligó al gobierno francés, en el año 1812, a permitir el comercio de algunos productos imprescindibles para evitar la ruina de los campesinos franceses.
Los territorios ocupados militarmente fueron encuadrados en una especie de sistema federal, bajo la influencia de Francia; en algunos se instauraron familiares de Bonaparte que, aunque en teoría eran independientes, disfrutaban de una soberanía limitada.
A comienzos de 1811 el Imperio francés parecía haber alcanzado su apogeo, pero la construcción napoleónica se veía amenazada por una grave crisis interior y el despertar de la Europa sometida.
El bloqueo continental y las malas cosechas desencadenaron los conflictos sociales que se agravaron con el creciente reclutamiento de soldados; por otra parte, la intromisión de Napoleón en la Iglesia, al querer controlar de cerca de la Santa Sede, provocó el descontento de los sectores católicos.
En el despertar de los pueblos europeos hubo dos países que representaron un papel fundamental: España y Prusia.
España con la Guerra de la Independencia, lucha de guerrillas apoyada en un fuerte sentimiento nacionalista, asestó un duro golpe psicológico a la potente maquinaria bélica francesa, a la vez que debilitaba el poderío imperial.
En
cuanto a Prusia fue en los círculos intelectuales donde se forjó la conciencia
nacional que se volvió contra la dominación.
5. LA CAÍDA DEL IMPERIO.
La Guerra de la Independencia española sirvió de estímulo a otras naciones europeas obligando a las tropas francesas a multiplicar su presencia por todo el Imperio, la desastrosa campaña de Rusia marcó el comienzo del fin.
En 1812 se rompió la alianza con Rusia que se había firmado en Tilsit; Napoleón confiaba en llegar rápidamente a Moscú para pasar allí el invierno y continuar la campaña en primavera, pero el ejército ruso no presentó batalla en campo abierto y, al rehuir el combate, obligó a Napoleón a internarse en la campiña rusa.
En el mes de septiembre la victoria en la batalla de Borodino abrió a los franceses las puertas de la capital, pero se encontraron con una ciudad quemada en la que era imposible resistir, por lo que fue preciso emprender la retirada; entonces comenzó un trágico regreso en medio de la desolación y el frío y bajo el acoso de los cosacos rusos, quedando el ejército francés destrozado.
Esta derrota fue la señal para la insurrección europea.
Aunque Napoleón consiguió rehacer su ejército, Prusia y Austria le declararon la guerra en el año 1813; por primera vez Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra se coaligaron e hicieron frente al Napoleón que fue vencido en el mes de octubre de la batalla de Leipzig y hubo de ordenar la retirada.
Los aliados invadieron Francia y llegaron a París el 31 de marzo de 1814: la capital se rindió y Napoleón tuvo que abdicar, siendo desterrado a la isla de Elba.
Los aliados forzaron al Senado a reconocer como rey a Luis XVIII en el trono de Francia, pero crearon un profundo malestar entre los franceses; en marzo de 1815 Napoleón – que todavía tenía partidarios – se presentó en París y proclamó nuevamente el Imperio, pero su triunfo resultó efímero: el día 18 de junio de 1815, en la llanura de Waterloo, los ejércitos aliados bajo el mando de Wellington vencieron definitivamente al ejército francés.
Napoleón
hubo de abdicar por segunda vez y fue deportado a la isla de Santa Elena, donde
falleció el 5 de mayo de 1821.
El Imperio Napoleónico.
1. El Consulado.
2. El Imperio.
3. Las campañas Napoleónicas.
4. El bloqueo continental.
5. La caída del Imperio. d