(Esto es un resumen del libro «Historia del cine» de Román Gubern)
William Wyler aterrizó en Hollywood en 1921.
Realizó una veintena de westerns para la Universal.
Comenzó a destacar por sus sólidas adaptaciones, concienzudas y meticulosas, de novelas y piezas dramáticas a la pantalla (7): El abogado(1933), Desengaño(1936), Callejón sin salida (1937), Jezabel(1938), Cumbres borrascosas(1939), La carta(1940), La loba(1941).
Con estas dos últimas películas y con Jezabel, que le valió un Oscar a Bette Davis, impuso el nombre de esta actriz como uno de los más vigorosos temperamentos de la pantalla americana.
Con Wyler se pone sobre el tapete la espinosa y debatida cuestión del cine literario, que no oculta su filiación y que aporta al cine una revalorización del guion y de los diálogos, enriqueciendo con la savia de sus fuentes literarias el análisis psicológico de los personajes, insertos en un marco social bien definido.
Esta orientación del cine hacia el estudio psicológico propio de la novela va a tener consecuencias importantes.
Porque la evolución psicológica necesita como soporte narrativo la homogeneidad temporal.
Por eso, el respeto de la arquitectura literaria de sus fuentes llevó a Wyler a estructurar sus películas en largas escenas, sostenidas por la acción y diálogos de los personajes que evolucionan en el decorado.
Puesto que lo importante en el cine-escritura de Wyler es la continuidad de la interpretación y los diálogos del actor inserto en el decorado, con la valiosa ayuda de su operador Gregg Toland asienta la técnica de su puesta en escena sobre el espacialismo que permite la fotografía con gran profundidad de campo, que Jean Renoir y John Ford comienzan a emplear también por estos años, beneficiándose del uso de las sensibles emulsiones que Kodak ha lanzado al mercado en 1934.
Con este método, los personajes evolucionan por el decorado sin perder nitidez de enfoque y aparecen vinculados a su medio, al mismo tiempo que el realizador puede presentar simultáneamente dos actuaciones o situaciones, colocadas a diferentes distancias de la cámara, sin tener que fragmentar la escena mediante el montaje, pasando de una a otra.
“Así — escribe Wyler— puedo seguir una acción evitando los cortes. La continuidad que resulta hace los planos más vivos, más interesantes para el espectador que estudia cada personaje a su gusto, efectuando él mismo sus propios cortes”.
Esta técnica, en oposición al clásico cinemontaje de la época muda, abre tras la pantalla un paralelepípedo de espacio tan real y coherente como el de un escenario teatral y revaloriza la importancia del actor, de los diálogos y del decorado.
El honesto ascetismo funcional de Wyler quita brillantez a su lenguaje visual.
El fenómeno del cine literario de Wyler, al servicio de un realismo psicológico teñido de un individualismo pesimista, va asociado a la incorporación de directores de procedencia teatral al cine, europeos o de ascendencia europea en su mayoría, como Rouben Mamoulian, George Cukor, Otto Preminger y hasta Max Reinhardt.
Aunque en Hollywood no se llegue a los excesos del “teatro filmado”.
John Ford, había introducido la dimensión psicológica en el western y El forastero (1940) de William Wyler seguirá esta senda.
La señora Miniver (1942) es un himno dedicado a la combatividad inglesa que realiza para compensar los sentimientos antibritánicos nacidos en el país tras la caída de Tobruk.
Después de la guerra William Wyler rueda Los mejores años de nuestra vida(1946), que muestra el regreso al hogar de tres veteranos de guerra. Oportunísimo estudio psicológico-social del período denominado de “reconversión”, aunque no exento de concesiones sentimentales, era una llamada a la conciencia del pueblo americano que causó un enorme impacto y cosechó varios Oscar.
A pesar de obras tan estimables como La heredera(1949), y Brigada 21(1951), comienza a alejarse de la creación cinematográfica para interesarse más por el negocio de la producción.
En Vacaciones en Roma (1953) con Gregory Peck lanzó a la fama a Audrey Hepburn
En Horizontes de grandeza (1958) enfrenta en un western a Gregory Peck y Charles Heston.
Ben-Hur (1959) en la época de las superproducciones fue rodada en Italia, y alcanzó los once millones de coste de producción.
El coleccionista (1965) estuvo rodada en Inglaterra al calor del auge del cine de esa nacionalidad.
Una chica divertida (1968)
es un musical protagonizado por Barbra Streisand.
William Wyler aterrizó en Hollywood en 1921.
- Realizó una veintena de westerns.
- El abogado (1933)
- Desengaño (1936)
- Callejón sin salida (1937)
- Jezabel (1938)
- Cumbres borrascosas (1939)
- La carta (1940)
- La loba (1941).
- El forastero (1940)
- La señora Miniver (1942)
- Los mejores años de nuestra vida (1946),
- La heredera (1949)
- Brigada 21 (1951)
- Vacaciones en Roma (1953)
- Horizontes de grandeza (1958)
- Ben-Hur (1959)
- El coleccionista (1965)
- Una chica divertida (1968)
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