5.2. John Ford

(Esto es un resumen del libro «Historia del cine» de Román Gubern)

John Ford creó algunos de los mejores westerns del cine mudo.

En El caballo de hierro(1924), evoca los primeros tendidos de la vía férrea de la Union Pacific Railway a través de las Montañas Rocosas

En Tres hombres malos(1926), realiza una película inspirada en la avalancha aventurera hacia el Oeste desencadenada por la “fiebre del oro”.

A través de su copiosa filmografía se ha ido afirmando su estilo, que alcanza plena madurez en la década que sigue a la gran crisis.

Ford ha asimilado las lecciones del Kammerspielfilm alemán y, auxiliado por los guionistas Dudley Nichols y Nunally Johnson, creará los títulos más sólidos de su carrera en estos años.

En La patrulla perdida(1934) aparece claramente el hermetismo de atmósfera y el respeto de las tres unidades, a través de la aventura de la patrulla inglesa acosada en el desierto por los árabes, sin que éstos aparezcan jamás, salvo en las últimas escenas, para potenciar la agobiante angustia del cerco.

También esta opresiva pesadez de atmósfera gravita sobre El delator(1935), que transcurre en doce horas, en la noche de un brumoso Dublín reconstruido en los estudios de la RKO.

Es el drama de un irlandés, un pariente espiritual de Judas y de Raskolnikoff, que expulsado de una asociación nacionalista irlandesa cede a la tentación de denunciar a la policía a un dirigente revolucionario.

Cobra su recompensa, pero roído por el terror y el remordimiento despilfarra el dinero y es detenido por los nacionalistas, que le juzgan secretamente y le ejecutan al amanecer.

La concentración dramática y la opresión ambiental de estos dramas fatalistas, que son una prolongación americana del Kammerspielfilm, se relajó en La diligencia(1939), merced a su rodaje en los espléndidos espacios abiertos de Nuevo México.

Pero este western magistral siguió siendo fiel a las leyes de construcción dramática de Ford. 

Al igual que en La patrulla perdida, el espectador asistía a la aventura de un heterogéneo grupo de individuos unidos por el destino en el interior de una diligencia.

Los conflictos dramáticos de la película nacían de esta forzada convivencia de caracteres en la cerrada unidad de lugar y a lo largo de las unidades de acción y de tiempo acotadas por el trayecto.

Con ello Ford introducía la psicología como factor dramático determinante en el western, género preocupado únicamente hasta entonces por la pura dinámica física.

La diligencia se convirtió en uno de los puntos de partida del western moderno, que desde el advenimiento del sonoro sabe que el diálogo debe aumentar la intriga en profundidad.

Esta histórica diligencia y su periplo guarda fidelidad a los cánones medulares del género y no desdeña el clásico motivo del ataque indio, secuencia que se inicia con un plano antológico, por la gran economía de su resolución técnica.

Situada la cámara en lo alto de una montaña, sigue mediante una panorámica hacia la izquierda el movimiento de la diligencia a lo lejos.

Este movimiento natural permite descubrir, de improviso, a los indios en primer término que, desde lo alto de esta montaña, vigilan el avance de la diligencia.

Después Ford realizó con Las uvas de la ira, según Steinbeck, uno de los títulos más vigorosos del cine social americano.

Nuevamente asistimos a la odisea de un grupo humano, una familia campesina, que, expropiada su pequeña granja de Oklahoma, recorre en un viejo camión las carreteras del país a la busca de una inalcanzable tierra de promisión.

Su patético acento de veracidad nacía, como en La diligencia, por el predominio de escenarios exteriores, ventana abierta al drama agrario americano, cosa que no ocurrió en Hombres intrépidos(1940), que, al condensar cuatro piezas dramáticas, de ambiente marinero, da lugar a los opresivos decorados de estudio, fotografiados con profusión de claroscuros por Gregg Toland.

Los años de guerra son también años de meditación y la presión de la activa e influyente minoría católica sobre Hollywood cristaliza en la aparición de numerosos films considerados “edificantes”, tales como ¡Qué verde era mi valle!(1941) que recibió cinco Óscar, entre ellos el de mejor película y mejor dirección.

Más tarde hará incluso reivindicaciones del hasta ahora maltratado indio como en Fort Apache(1948) que junto a La legión invencible (1949) y Río Grande (1950) forman lo que se ha llamado la trilogía de la caballería.

En El hombre tranquilo (1952) de nuevo en compañía de su actor predilecto, John Wayne, regresa a un tema irlandés.

Otras grandes películas suyas son: Centauros del desierto (1956), La conquista del oeste (1962), El hombre que mató a Liberty Valance (1962).

  1. El caballo de hierro (1924)
  2. Tres hombres malos (1926)
  3. La patrulla perdida (1934)
  4. El delator (1935)
  5. La diligencia (1939)
  6. Las uvas de la ira (1940)
  7. Hombres intrépidos (1940)
  8. ¡Qué verde era mi valle! (1941)
  9. Fort Apache (1947)
  10.  La legión invencible (1949)
  11.  Rio Grande (1950)
  12. El hombre tranquilo (1952)
  13. Centauros del desierto (1956)
  14. La conquista del oeste (1962)
  15. El hombre que mató a Liberty Valance (1962)

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